Fue una gran fiesta. Como en toda boda de primer nivel, la torta fue gigante, de varios pisos y el reparto del pastel alcanzó para todos, los casi 300 invitados. Todos comieron y bebieron hasta saciar sus apetitos de festejo y parabienes para los recién casados. Era el sonado matrimonio de Daniel Mendoza Arévalo, el joven asambleísta manabita cuyas aspiraciones políticas apuntaban a lo más alto del poder en Ecuador: el palacio de Carondelet. Mendoza quería ser presidente de la República y para eso ya tenía en pleno funcionamiento su propio partido político, bautizado como “Mejor”, una alusión personal a sí mismo, según quienes lo conocen de cerca. Pero ese 2 de febrero de 2019 todos habían sido convocados al lujoso hotel Whyndham de Manta para brindar por los novios y su felicidad.
La cúpula del poder político estuvo en esa fiesta. Comenzando por el presidente de la República Lenín Moreno y su esposa, Rocío González, quienes suelen recibir numerosas invitaciones a eventos sociales, pero solo aceptan asistir a contadas de ellas.
Y que acudan significa una deferencia especial que solo les conceden a sus verdaderos amigos, en este caso el joven Mendoza, cuyo nombre para esa fecha sonaba como el más firme candidato para ocupar la presidencia de la Asamblea Nacional. Uno de los invitados que se sentó en la mesa de al lado de la del Presidente, recuerda que lo vio toda la noche cómodo, en confianza, como quien se siente rodeado solo de amigos. Disfrutó la fiesta, comió con buen apetito y bromeó con el novio con un par de esos chistes clásicos para recién casados.
En la misma mesa del presidente estaba sentado su consejero y amigo personal Santiago Cuesta Caputi, quien acudió a la fiesta con su esposa y se divirtió a más no poder con la música de las dos bandas que amenizaron el baile esa noche. Cuesta tenía contactos dentro de la Asamblea Nacional y con algunos de ellos compartió pista ese día especial de febrero: allí estaban los legisladores Fafo Gavilánez, Marcia Arregui, los representantes de Santa Elena Jimmy Candell y Carlos Cambala, entre otros.
Ninguno tenía cara de preocupación. Ellos habían llegado hasta Manta solo para disfrutar “y como no hacerlo” con una celebración por todo lo alto que “fácil debió haber costado más de USD 50.000, lo que sí me llamó la atención”, relata el invitado infidente que llegó allí convocado por el propio Mendoza, devenido en amigo por las circunstancias políticas del momento.
Dos semanas después, el 19 de febrero de 2019, Christian Zurita y Fernando Villavicencio publicaron el reportaje “El laberinto off shore del círculo presidencial”, dejando al descubierto la empresa INA creada en un paraíso fiscal por Edwin Moreno Garcés, el hermano del presidente de la República.
Según el reportaje, INA Investment Corporation fue una empresa offshore vinculada a Xavier Macías, su esposa María Auxiliadora Patiño y la familia del presidente Lenín Moreno.
Esa compañía manejó cuentas, entre el 2012 al 2016, en el Balboa Bank de Panamá, con las que adquirieron muebles y alfombras que fueron enviadas a Lenín Moreno, en Suiza. Así mismo se habría comprado un departamento en la costa Mediterránea, en Alicante, España, en 2016, por un valor de 133.400 euros.
Entonces Daniel Mendoza tuvo que moverse dentro de la Asamblea para intentar blindar a su amigo e invitado a su boda, el presidente Lenín. Hizo todo lo que tenía que hacer, hasta presentarse a declarar personalmente en la Fiscalía para defender a Moreno, pero no resultó del todo suficiente.
La Fiscal General de ese momento, Ruth Palacios, abrió en marzo de 2019 una indagación penal previa para investigar el hecho y la Comisión de Fiscalización del parlamento aprobó un informe que luego fue al pleno, en donde por votación mayoritaria se decidió en junio de 2019 pedir a la Fiscalía que continúe la investigación al círculo presidencial.
Los meses posteriores a su boda de febrero, fueron bastante agitados e intensos para Mendoza, por lo que no aparecen registros del lugar en donde disfrutó su luna de miel.
LA SALUD: EL BOTÍN POLÍTICO DEL MOMENTO O COMPARAR PERAS CON PAPAS
¿Desde cuándo la Salud se convirtió en un botín político? Esa es la pregunta del millón. Y la contestó hace tres meses la presidenta de la Cámara de Comercio de Manta y del Frente Cívico constituido en esa ciudad, Lucía Fernández:
“Vea, yo he visto pasar los gobiernos de Febres Cordero, Borja, Sixto, Bucaram, Alarcón, Mahuad, Noboa, Gutiérrez…y en esos gobiernos cuando tú querías robar sabías a donde ir: a la Aduana. Tú tenías un hijo tonto o un yerno limitado, mándalo a robar a la Aduana. Esa es tu cuota política. Pero que ahora se reparta la Salud, eso es un crimen, que se repartan los hospitales y todo lo que conlleva, eso no tiene perdón”.
¿Cuándo comenzó entonces? La pregunta también le fue planteada a la asambleísta Marcela Aguiñaga, pieza importante del correísmo durante ese gobierno y también en la actualidad. Esto a propósito de que ahora las huestes de la Revolución Ciudadana quieren abanderar el tema.
¿Este reparto de la Salud como botín político no fue una continuación de algo que comenzó antes, hablando de lo que ocurrió con Ramiro González que incubó en el IESS su propio partido político, o de Iván Espinel que también estuvo en el IESS y también salió con partido propio, eso no fue reparto?, fue la pregunta para Aguiñaga:
“Usted trata de comparar peras con papas, que no es lo mismo. El reparto aquí es a cambio de la voluntad política de los legisladores. El señor González no era legislador, era funcionario del gobierno, así que no es lo mismo y no se puede comparar. Entiendo que el señor Espinel fue igual”, indicó.
Y aunque para Aguiñaga comparar los repartos de antes con los de ahora es mezclar peras con papas, el tema de fondo es que en el correísmo había mucha similitud en el direccionamiento de contratos para determinados contratistas, de los que unos pocos resultaron beneficiados con abultadas y millonarias adjudicaciones, como es el caso de la empresa de un ex asesor del asambleísta Julio César Quiñónez, que entre 2013 y 2015 tuvo USD 15 millones en contratos en el hospital Teodoro Maldonado Carbo de Guayaquil, tal como lo reveló hace pocas semanas una investigación de diario El Universo
Y aún así, los correístas hoy en coro preguntan: ¿Quién repartió los hospitales?
En el gobierno de Lenin Moreno esa pregunta puede tener diferentes respuestas, considerando los momentos con distintas circunstancias políticas. Y de esos momentos, hubo varios. El primero, que tuvo de protagonistas al ex presidente de la Asamblea y actual legislador José Serrano y al ex asesor presidencial Eduardo Mangas, que viajaron en un avión prestado por la familia Eljuri, antes de la posesión de Moreno, en mayo de 2017, a Panamá, para reunirse con Abdalá Bucaram.
En ese momento, los correístas que seguían unidos con los morenistas, no dijeron nada. Quien dijo algo, pero no mucho fue el propio Serrano, interrogado por el periodista Milton Pérez sobre la cita con Bucaram:
“Esos son los costos de proteger y defender a este proceso político. Y en ese proceso político, defender a nuestro vicepresidente Jorge Glas. Yo personalmente he hecho absolutamente todo lo que tenía que hacer para que este proceso triunfe y pueda generar su gobernabilidad en beneficio de los ecuatorianos”.
El periodista insistió: ¿Fueron a Panamá para defender a Jorge Glas?
“No daré pormenores de ese viaje pero sí le voy a decir que definitivamente esos son los costos”.
Cuando Serrano dijo esto era agosto de 2017 y nunca dejó en claro los detalles de su conversación ni los acuerdos a los que llegó, junto con Eduardo Mangas, con Abdalá Bucaram.
Los tres protagonistas del gobierno de este capítulo -Mangas, Serrano y el propio Glas- tuvieron sendas y abruptas salidas del poder, cada uno con distintas circunstancias. Pero el presidente Lenín Moreno ya tenía marcada en su agenda la consulta popular que permitiría desbrozar el poder correísta que seguía imperando.
Cuando el presidente Lenín Moreno lanzó el 2 de octubre de 2017 la Consulta Popular con siete preguntas que incluían la eliminación de la reelección indefinida, entendió que, para ganar, debía captar el mayor respaldo posible de aliados.
Principalmente, de su propio movimiento, de aquellos que hasta entonces todavía se declaraban admiradores del ex presidente Rafael Correa. Y, marginalmente, de todos aquellos que tengan un membrete político, un partido con vida legal y unos cuantos militantes. Todos fueron invitados.
Noviembre de 2017 fue un mes clave. Algunos funcionarios de hospitales del país nos contaron que fue como por mediados de ese mes, cuando ocurrió una “barrida” general en las jefaturas de los hospitales, por órdenes superiores que venían de Quito. La disposición, dicen las fuentes que hablaron con nosotros, fue que, a partir de entonces, las cabezas serían nuevas.
Para el 23 de noviembre de 2017, todo estaba consumado. Ese día, el presidente Lenín Moreno recibió en el parque Samanes de Guayaquil el efusivo apoyo de sesenta organizaciones políticas que se comprometieron a apoyar la campaña por el Sí en la Consulta Popular.
El prefecto del Guayas Jimmy Jairala tomó la palabra y dijo que el apoyo que darían “no sería aguado”, sino todo lo contrario, muy fuerte. Y desinteresado. Para esa fecha, su primo Luis Jairala Zunino estaba recién posesionado al frente de la gerencia del hospital del IESS Teodoro Maldonado Carbo de Guayaquil, aunque el ex prefecto ha reiterado que nada tuvo que ver con esa designación.
Ahora Jairala Zunino está prófugo de la justicia, procesado por peculado en la adjudicación de millonarios contratos de medicinas e insumos médicos y la Policía continúa su búsqueda.
EL SEGUNDO MOMENTO: EL PODER DE SANTIAGO CUESTA
Un día antes de cumplir su primer año como presidente de la República, el 23 de mayo de 2018, Lenin Moreno creó mediante decreto la Consejería de Gobierno para el mejoramiento de la eficiencia y optimización del Estado, con énfasis en la austeridad fiscal y la reducción de trámites. Y puso al frente, con rango de ministro, al conocido encuestador Santiago Cuesta Caputi, un viejo amigo del presidente, quien incluso lo visitó en Ginebra, junto al intermediario petrolero Enrique Cadena, mientras cumplía las funciones de la ONU para las discapacidades. El poder de Cuesta se fue para arriba.
¿Qué tanto poder acumuló Cuesta?
Él mismo se jactaba de su poderío, incluso después de haber abandonado, en septiembre de 2019, el cargo oficial que le dio su “amigo personal de hace 40 años”, el presidente Lenin Moreno. Ese poder le ha permitido estar al frente de los sectores estratégicos, de la privatización de las empresas estatales e incluso de asegurar que sobre la Refinería Esmeraldas se construirá una nueva y proponer al empresario que lo hará.
Dice que no le gusta la corrupción, que la combate, y es por eso que cuando ve un acto de corrupción él no pregunta, “yo destituyo, después le cuento al presidente: presidente, me he comido a fulano, zutano… ya me he comido a varios…le digo señor presidente por esto, por esto”.
“Yo tengo el poder del presidente Moreno de volarle la cabeza a cualquiera”, dice Cuesta, y con ese poder, según él, llevó a Otto Sonnenholzner a la vicepresidencia, con ese mismo poder protegió a la exministra de Salud, Catalina Andramuño, quien fue sugerida por Paúl Granda para ese cargo, según la confesión del ex consejero.
Aunque ahora Granda, quien salió por la puerta trasera del IESS tras escándalos de corrupción, sostiene exactamente lo contrario: fue Cuesta quien impuso a Andramuño, que no tenía mayores credenciales pero era una seguidora secundaria de la línea política de la ex ministra Verónica Espinosa, por sobre el nombre sugerido por Paúl Granda, el doctor Alfredo Borrero, un reconocido neurocirujano y académico, con la suficiente experiencia para comandar un ministerio, aunque con con pequeño inconveniente, no contaba con el apoyo de Johana Pesantez.
Cuesta también fanfarronea acerca de su cercana relación con “Jhonny”, a quien ve como un hijo. Johnny es el yerno del presidente, Juan Enrique Rodríguez Malo, quien habría nombrado al director de la Arcsa, Daniel Calle.
Lo que no reconoce públicamente Cuesta es haber entregado él, personalmente, ni un solo hospital a ningún asambleísta. Y eso que pedidos tuvo. Y varios.
Lo dijo Cuesta en diciembre pasado, curiosamente, al ex prefecto del Guayas Jimmy Jairala, quien ahora ha vuelto a su faceta de periodista y mantiene un programa radial: “A mí cuando los asambleístas empiezan a decir, a mí por el voto yo quiero un hospital, yo quiero una eléctrica o quiero una gerencia de CNT, ahí hay robo. Punto. En mi gestión yo no di nada. Pero peticiones hubieron (sic)”.
Una de las cuotas de poder bien administradas por Santiago Cuesta, es Agustín Albán Maldonado. El empresario de la educación prefirió dejar su universidad en México para aceptar dirigir la Senescyt. En 2019, la influencia de Cuesta le permitió ubicar a Albán en la terna vicepresidencial junto a Otto Sonenhozlner.
La estrecha relación de Santiago Cuesta con Agustín Albán, incluye también la amistad con el intermediario petrolero Enrique Cadena, para quien trabaja Teodoro Albán, hermano del actual secretario de educación superior.
La figura de Albán recobra importancia en momentos en que su nombre se escribe en la agenda para reemplazar al actual Vicepresidente, que dejaría su cargo para participar como candidato presidencial.
“Eso es mentira. El ejecutor de #ElRepartoDeHospitales a los asambleístas fue Santiago Cuesta”, dijo a La Historia un ex asambleísta de Alianza País del periodo 2017-2021, quien dijo estar dispuesto a salir al frente para sostener su versión, si es llamado por la Fiscalía.
EL TERCER MOMENTO: LA LLEGADA DE MARÍA PAULA ROMO
María Paula Romo Rodríguez acaba de cumplir 41 años y nunca antes había tenido tanto poder. De hecho, su fulgurante carrera política comenzó cuestionando precisamente al poder: ¿Quién jodió al país? Fue la irreverente pregunta que lanzaron como proclama de campaña un grupo de jovencitos, estudiantes de la elitista Universidad San Francisco de Quito, con la que se ganaron espacios en medios y la simpatía de sectores cansados de la vieja partidocracia.
Eso fue en 2004 y de aquello han pasado 16 años. En el camino han quedado su militancia correísta, su paso por la Asamblea Constituyente de Montecristi y su papel de legisladora, con la abierta ruptura con su viejo mentor, el ex presidente Rafael Correa, debido a la férrea defensa que este hizo en 2010 del Fiscal General Washington Pesántez, a quien Romo quería llevar a juicio político por su papel de encubridor de un delito del que se se acusaba a su esposa. Correa no lo permitió.
Lenín Moreno trajo de nuevo a la escena a Romo, quien había retornado a su vida de académica. Fue en agosto de 2018, cuando entró al gobierno como ministra del Interior, para reemplazar a Mauro Toscanini, todo un fiasco en la conducción de la política de Seguridad Interna del país. La figura y el peso político de Romo, acompañada de su viejo amigo de Ruptura, Juan Sebastián Roldán, no tardaron en hacerse sentir, sobretodo por la clásica pugna de bandos internos del poder que tienen periódicos forcejeos para marcar sus territorios.
En esa medición de fuerzas se vieron las caras con Santiago Cuesta, después con el novato vicepresidente Otto Sonnenholzner. Los Ruptura han conseguido continuar avante, mientras Cuesta se fue y a Otto le redujeron sus espacios. Y las fotos.
Y eso que la gestión de Romo no ha estado exenta de capítulos flojos. Como la conversación que quedó grabada con la ex presidenta de la Asamblea, Elizabeth Cabezas, gracias a la cual el país pudo enterarse los términos nada comedidos con los que se referían a los asambleístas socialcristianos.
Será por eso, por la vieja animadversión con el propio Jaime Nebot -y por otros motivos no revelados- que los PSC han marcado desde hace tiempo a Romo como un objetivo casi militar, al que hay que vencer.
Aliados con ese objetivo los tienen a los correístas, que también quieren saldar antiguas cuentas derivadas de su pugna con su líder residente en Bélgica. Ante tan poderosos enemigos -más fuertes todavía si se juntan- Romo ha tenido que defenderse. Y buscar aliados en la misma Asamblea.
El mismo presidente Lenín Moreno reconoció la semana pasada a la periodista Andrea Bernal “que todo el mundo sabe que los asambleístas piden cosas”. Pero tanto el presidente, Cuesta y Romo, finalmente terminan rechazando haber entregado ni un solo hospital. Entonces no se entiende cómo los Bucaram y una larga lista de asambleístas aparecen involucrados en la nefasta gestión de los hospitales por todo el país.
Como prueba a su favor, Romo ahora quiere aparecer como la gran artífice de la investigación que terminó con la detención de su ex aliado, el asambleísta Daniel Mendoza, investigado no solo por las irregularidades en la contratación del hospital de Pedernales, sino por toda la estructura de poder que acumuló especialmente en Manabí.
Poder que le fue dado por el propio gobierno y hasta por la misma ministra Romo, quien designó a un cercano de Daniel Mendoza como gobernador de la provincia, Tito Nilton Mendoza, quien por cierto sigue en el cargo, al igual que la mayoría de recomendados por el legislador, casi todos militantes de su partido Mejor.
Romo podría exhibir como argumento, finalmente, que ella no estuvo en la boda de Daniel Mendoza. Y que por lo tanto, estuvo ausente al momento del reparto del pastel.