Historias desde Oriente Medio
Por Haber Latino
En las vísperas de los veranos en Estambul la gente sale, sonríe. El pico de la eterna metamorfosis global. El fin de un ciclo de opacos y grises días. Las ventanas se abren, el sol y su amiga la humedad se dejan ver. Sin embargo, veo, que en este verano las sonrisas parece estar reservadas, como si hubiesen solamente tantas a distribuir. El sol, igualitario por naturaleza, calienta a los turistas que llenan la ciudad, y también a los turcos que llenan el día a día.
Han sido ocho años desde el principio de la guerra en Siria, y este calor terminó de avivar la xenofobia que se llevaba cocinando a fuego lento por varios años. Años de aparente preferencia de su gobierno por los sirios, concluyeron en crímenes de odio a los que antes eran hermanos, ayer vecinos y hoy invasores. La ciudad respondió comunicando oficialmente que sus puertas estaban cerradas y consecuentemente comenzaban redadas para enviar a sirios al este de Turquía o de vuelta a su país.
En este verano nos encontró una historia de una persona que residía en Estambul. Uno de los millones. Otro migrante árabe. Por su seguridad no vamos a utilizar su nombre. De una familia de clase media alta, con educación y futuro, víctima del fuego cruzado. Su viaje comenzó en una de las protestas que detonaron la guerra civil en Siria donde fue capturado por error.
…él pasando iba.
Aún luce la cicatriz en el cuello que le recuerda lo que pudo ser. Un video lo muestra en Siria, en el piso de un hospital, con gente alrededor tratando de parar la sangre que derramaba un error policial.
Nuestro personaje sufrió la brutalidad con la que el gobierno sirio reprimió las protestas durante la Primavera Árabe. Había que asegurarse que no haya cambio de régimen, tampoco revolución. Camino a casa, fue confundido como participante de las protestas y consecuentemente un policía trató de degollarlo en medio del caos. Cuenta que una mujer gritó que parara, que él no era parte.
De modo que cuando en Estambul comenzaron a circular las noticias de las redadas, le cayeron como alcohol en la herida. No estaba dispuesto a pasar por la misma pesadilla. Le comunicó a su amigo, que no veía más sentido a todo esto. Que se quería suicidar. Las noticias nos llegaron a nosotros; decidimos buscarlo, tratar cambiar su opinión. Queríamos dar el apoyo que cualquiera quisiera tener en esos momentos.
Llegamos. No lo encontramos y no contestaba su celular, ni a nosotros ni a su amigo que fue el que nos puso en contacto con él. El barrio que nos dieron no estaba dispuesto a decirle a dos extraños donde se encuentra una persona extraditable. Con poca pista, parados en el centro de una pequeña plaza solo vimos varias ventanas cerrarse. Nuestras buenas intenciones no justificaban el riesgo en el que podíamos poner a las personas de la comunidad. El escepticismo y el miedo de los locales eran tangibles. Aquí no había venido el gobierno a dejar sonrisas. Parecía que ellos, se quedaron sin las suyas.
Este episodio nos hizo reflexionar. A nosotros, migrantes por decisión, semi-autores de nuestra historia y futuro. Desde nuestra perspectiva sonaba mejor seguir viviendo, pero la empatía solo nos puede llevar tan lejos. ¿Cuándo fue la última vez que alguien nos buscó en nuestra casa para meternos a un bus y mandarnos a un lugar dónde seguramente nos van a matar?
Las últimas semanas el elefante en la habitación ha sido la traición del gobierno de Donald Trump al pueblo kurdo de Siria, con el retiro de las tropas americanas que resguardan el norte Siria que es territorio de las milicias kurdas de ese país. Esto daría vía libre a Turquía para el explícito y deliberado exterminio de esta población. Encubrir los incentivos y los porqués de los últimos movimiento militares es muy complicado. Queda claro que es difícil encontrar inocentes en una guerra que se ha escalado al epicentro de la geopolítica actual y con relaciones e historia que se pueden remontar años atrás.
Pero, desde aquí, desde el día a día, lo que queda claro y lo que se merece repensar, es que pase lo que pase, son los rusos, turcos, el gobierno militar de Assad, Turquía y los Estados Unidos son los que definen el destino y el rumbo de millones de personas de esta parte del hemisferio.
En el mundo occidental, donde el derecho a la libertad individual es fundamental, esto es un fallo. Casi siete millones de Sirios no tienen el privilegio de elegir y han sido rebajados a menos que seres humanos, a monedas de intercambio y daños colaterales.
No sabemos dónde está él ahora, pero sí sabemos que le comunicaron que lo buscamos, acción que apreció. Y sabemos que lo pudieron ayudar, convencerlo de desistir y recordarle de su valor. Su intento de suicidio paradójicamente le dio vida a las narrativas y a las Noticias de Última Hora! que llevamos escuchando por tantos años.
En Haber Latino con nuestra capacidad y recursos tratamos de reportar y analizar los eventos que ocurren en el Medio Oriente. Teniendo en mente nuestro objetivo de conectar mundos incomunicados, buscamos espacios vacíos con atajos a la empatía.