Que de los bosques se puede sacar provecho económico sin necesidad de talar sus árboles es algo que se está entendiendo con más claridad en los últimos años en el sur del Ecuador. Que de acontecimientos naturales como el florecimiento de los guayacanes se pueden generar ingresos por turismo, ya es una realidad que trae beneficios a quienes ahora lo promueven y se han convertido en los principales interesados en la conservación de estos bosques.
Ocurre entre los últimos días de diciembre y las primeras semanas de enero de cada año: un espectáculo natural que es promocionado con éxito como un atractivo turístico en Ecuador: el florecimiento de los árboles de guayacanes, que se encuentran en zonas de las provincias de Esmeraldas, Manabí, Los Ríos, Guayas, El Oro y el territorio llano de la provincia de Loja. La mayor extensión de guayacanes está en Mangahurco, provincia de Loja, con 40 000 hectáreas. No hay otra de esa dimensión en Ecuador. Le sigue el bosque de guayacanes en la reserva ecológica de Arenillas, provincia de El Oro, con 10 000 hectáreas. Lo que queda en otras ciudades son áreas pequeñas: 14 hectáreas en Colimes, provincia de Guayas, pequeñas reservas en Esmeraldas, árboles aislados en Guayaquil.
En Guayaquil eran particularmente visibles estos árboles de flores amarillas, pero según ambientalistas del Jardín Botánico de la ciudad, entre 1938 y 1988 se perdió el 96 % de guayacanes. Todo para su explotación comercial. Actualmente, solo se pueden observar guayacanes en bosques protegidos como Cerro Blanco y Cerro Colorado. Y unos cuantos guayacanes aislados por distintos puntos de la ciudad, que han quedado como decoración. En Cerro Blanco se ha denunciado la explotación ilegal de estos árboles que tienen un lento crecimiento. Se estima que para poder cortarlo se requiere que pasen 50 años. No es sencillo ni rápido, por lo tanto, su proceso de reforestación. En los cerros de Guayaquil, los guayacanes eran una especie clave para la conservación de los suelos, debido a la profundidad de sus raíces, lo que afianzaba los terrenos y evitaba deslizamientos.
El guayacán, de nombre científico Handroanthus Chrysanthus, es un árbol de madera dura. Al florecer, tiñe de amarillo dorado la superficie de los bosques donde crece y, por su aroma, atrae insectos que extraen el polen. También iban hasta sus flores los periquitos, colibríes y abejas, que muy poco pueden verse hoy en día. El colorido proceso de florecimiento es corto: dura de cuatro a seis días.
La denominación de bosque seco a los guayacanes se debe a que los árboles que lo integran pierden sus hojas durante el verano, por la ausencia de lluvias, proyectando un panorama de absoluta sequedad. Esa acción sirve para disminuir el consumo de agua. En temporada de lluvia la vegetación reverdece nuevamente.
La fortaleza de la madera de los guayacanes la hace muy cotizada en el mercado y es su principal amenaza, motivo de su antigua tala, que data de tiempos de la Colonia. Antiguamente, hasta las casas se construían con esta madera. El segundo peligro son los incendios forestales, propios de los bosques secos a los que pertenecen los guayacanes.
¿Cuánto se han deforestado los guayacanes? ¿Cuál es la reserva actual que existe de estos bosques? Mongabay Latam hizo la consulta al Ministerio del Ambiente, que no dio respuesta precisa.
El biólogo Javier Cornejo, director del Departamento de Botánica de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de Guayaquil, asegura que no existen estadísticas al respecto porque no se ha hecho un estudio a fondo de deforestación sobre estos árboles en Ecuador. Cornejo dice que actualmente el guayacán ha ido desapareciendo del mercado de muebles debido a su escasez. En décadas anteriores fue tan sobreexplotado que ahora ya no quedan tantos guayacanes que talar. Y los que existen actualmente, en el sur de Ecuador, son bosques nativos jóvenes. Si bien están protegidos por el Estado, la realidad indica que falta un mayor control. Cornejo recuerda que el guayacán crece lento, a razón de 1 cm al año en el diámetro de su tallo. Es decir, un guayacán cuyo tallo tenga 50 cm, es un árbol de 50 años de edad.
Eso ha motivado especial atención, según un informe emitido por el Ministerio de Ambiente, en septiembre de 2013, en el que solicitaban recursos para el Servicio de Protección Forestal que funciona para proteger los bosques en Ecuador. “Otras especies han disminuido debido a su explotación indiscriminada, como es el caso del guayacán, una de las maderas más apreciadas en los bosques secos tropicales. Los bosques de la Costa han sido drásticamente afectados por las actividades humanas. En la actualidad persisten pequeños remanentes aislados, pero altamente vulnerables”, dice el informe.
El riesgo está claro: “La explotación maderera, la extracción de leña, la penetración de colonos y el sobrepastoreo han afectado a los bosques secos. La tala indiscriminada de estos bosques no solo ha derivado en una amenaza de extinción de especies forestales maderables, sino también en la progresiva desaparición de especies silvestres”, expuso Ambiente en 2013.
Bosques secos, extensiones protegidas
Los árboles de guayacanes son solo uno de los atractivos que se pueden encontrar dentro de los bosques secos. En Ecuador, el bosque seco (pluviestacional y andino) presenta una superficie de 841 174 hectáreas que representa el 6,6 % del total de bosque natural del país, según explicó a Mongabay Latam Paola Paredes, de la Dirección de Comunicación del Ministerio de Ambiente. Pero esta oficina estima que esta extensión es solo la mitad de lo que existía, pues según estudios se establece que hasta el año 2000 cerca del 50 % del bosque seco habría desaparecido. No hay cifras más actuales. Entre las principales causas de esta deforestación están la conversión de tierras boscosas a áreas agropecuarias principalmente áreas para implementar pastizales para ganadería y la conversión de suelos de bosque a cultivos agrícolas a pequeña y mediana escala.
Hay un problema de deforestación, reconoce el Ministerio de Ambiente de Ecuador, en su respuesta enviada a Mongabay Latam. Para enfrentar la conversión de bosques, el país ha tomado varias medidas para la protección principalmente de este ecosistema y sus valores asociados (biodiversidad, servicios ecosistémicos). En junio de 2014, la UNESCO declaró 501 040 hectáreas como Reserva de la Biosfera denominada “Bosque Seco”, ubicada en las provincias de Loja y El Oro. La Reserva de Biosfera Bosque Seco está conformada por los cantones lojanos Zapotillo, Macará, Puyango, Pindal y Celica (agrupados en la Mancomunidad Bosque Seco, que coordinó los esfuerzos interinstitucionales para alcanzar este reconocimiento), más Paltas y Sozoranga, a los que se suma el cantón Las Lajas, de la provincia de El Oro. La meta es crear una gran reserva binacional que incluya a las reservas de biósfera Bosque Seco y del Noroeste del Perú.
Además, la legislación ecuatoriana ha declarado áreas protegidas en diferentes categorías: 40 865 hectáreas declaradas dentro del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP); 82 906 hectáreas declaradas como Bosques y Vegetación Protectores y 36 889 hectáreas dentro del Programa Nacional Socio Bosque, a través del cual se otorga un incentivo monetario a las comunidades locales y personas naturales que deciden conservar los remanentes forestales. El plan es reforestar 500 000 hectáreas en total, cantidad de la que no se ha establecido una cifra precisa de bosque seco, en el periodo 2014-2017. La expectativa se ha cumplido a un ritmo de 123 000 hectáreas por año, con una disminución de la deforestación.
Hasta 2012, se deforestaban 65 880 hectáreas por año de bosque natural; para 2014, esa cifra bajó a 47 700 hectáreas, la tercera parte de lo que se reforestó. De esta cantidad, el Ministerio del Ambiente ha reconocido que no tiene las cifras particulares de la deforestación que han sufrido los bosques secos, menos los de guayacanes. Sí se ha promocionado que el gobierno ha invertido USD 125 000 000 desde 2008 para obtener estos resultados. El presidente de Ecuador, Rafael Correa, ofreció que avanza tanto la reforestación que, cuando culmine su gestión en mayo de 2017, “entregaré un país que en mi gobierno, no perdió una sola hectárea de bosque”. Se refiere a los bosques en general.
Por otro lado, a través de la gestión de los Gobiernos Autónomos Descentralizados, se impulsan también medidas de conservación, como la iniciativa desarrollada en el cantón Zapotillo, provincia de Loja, que en 2013 declaró la Reserva Ecológica Municipal Los Guayacanes con el fin de proteger 17 265 hectáreas de bosque, que desde entonces brinda a la población local una alternativa para promover el ecoturismo.
Este año, el ecoturismo por el florecimiento de los guayacanes en la provincia de Loja atrajo más de 5000 turistas a principios de enero, según las primeras cifras.
Amenazas latentes
Vladimir Placencia, director provincial de Ambiente en Loja, resaltó a Mongabay Latam los esfuerzos que se han hecho para preservar los bosques en esta provincia y recuerda que está prohibida la tala forestal en la extensión de los bosques de guayacanes. Fuera de ella, lo único que se permite es la extracción de madera para el autoconsumo de los moradores del lugar, nunca para la comercialización.
Aun así, faltan recursos para una completa y permanente vigilancia. En el Ecuador se creó hace 10 años la Unidad de Policía de Medio Ambiente, que tiene a nivel nacional 300 uniformados, que realizan operativos y decomiso de madera.
En la parroquia Mangahurco, una de las zonas más extensas de bosques de guayacanes, uno de los policías encargados del control reveló que uno de los problemas que existen es la tibia o nula sanción que se da en contra de los madereros que son detenidos por transportar madera ilegal. En el Código Penal ecuatoriano la tala ilegal ya es considerada un delito, pero prácticamente nadie es sentenciado por esta causa. Lo que se da, señala el policía ambiental, son multas, pero generalmente estas infracciones ambientales son tratadas como simples contravenciones. Tal vez falta capacitación a los jueces, indica. La falta de sanciones alienta el delito.
En Zapotillo, cantón de la provincia de Loja, fronteriza con Perú, existe una oficina técnica de control, en donde un técnico hace recorridos permanentes. En total, señala el director provincial Vladimir Placencia, son veinte los encargados de realizar el control en carreteras, incluyendo militares que prestan apoyo.
La explotación del guayacán ha disminuido sustancialmente en Ecuador por la protección de la que ahora gozan sus escasos bosques, dicen los ambientalistas consultados por Mongabay Latam. Pero con otras maderas, el problema sigue latente. Estas se cortan para consumo interno y también para mercados internacionales, según lo determinó un estudio del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR). Este trabajo, publicado el año 2013 y que fue realizado por Elena Mejía y Pablo Pacheco, enfocándose en la explotación de la madera en las provincias del Oriente de Ecuador, determinó un problema adicional: irregularidades, como la compra de guías de movilización de la madera, hasta el uso de pagos ilegales a la policía y personal de vigilancia forestal en los controles.
Turismo, la buena nueva
En Mangahurco hay satisfacción. Los últimos años han sido buenos en lo que tiene que ver con la llegada de los turistas, atraídos por una campaña del Ministerio de Turismo que promociona en enero el florecimiento de los guayacanes. Los ingresos económicos que esto significa para la pequeña población de esta parroquia –no son más de 1500 personas– los estimula a cuidar como un tesoro el bosque que se pinta de amarillo una vez al año. Allí ganan dinero por hospedaje, venta de comida y alquiler de caballos. Hay familias que llegan y prefieren acampar al pie de los árboles, despertarse en medio de la naturaleza. La conservación de los bosques encontró aquí una fórmula sustentable.
Este artículo fue realizado por LaHistoria.ec para Mongabay Latam