Por Jackeline Beltrán
Especial para La Historia
Karen Romero tiene 25 años y un propósito por el que trabaja obsesivamente todos los días: viajar a Londres. La joven es hija de Elsa, una machaleña que no está dispuesta a dejar Madrid, la ciudad que la acoge desde hace 15 años. Karen era una niña cuando llegó. Su vida en Ecuador se resume en los recuerdos de la infancia y las fotos que tiene de los viajes que ha realizado en las últimas vacaciones.
Karen no tiene un trabajo estable, pero ya es profesional. Se graduó en Comunicación Audiovisual. Cansada de las ofertas laborales con poco sueldo y muchas horas, empezó a trabajar como redactora independiente, aunque lo que gana no cubra sus aspiraciones.
-Ecuador es mi país, pero no es al que yo quiero regresar. Tampoco me gusta España, por eso me quiero ir a otro, como Inglaterra… Yo conocía Madrid, pero cuando fui a Londres descubrí que había algo mejor.
Según la investigación de la Embajada, “el joven de origen ecuatoriano –por debajo de los 25-30 años– se parece más a uno de origen español en situación precaria que a sus padres y madres”. Incluso en las aspiraciones. Viajar a Inglaterra o a otro país europeo es la meta de moda entre los jóvenes españoles.
En España, el 46 % de los menores de 25 años está desempleado y es el cuarto país de la Unión Europea con más jóvenes que ni trabajan ni estudian.
“Parece que los jóvenes ecuatorianos están cubriendo los mismos puestos que sus padres y madres”, algo que el investigador Gorka Moreno considera inquietante. “Que los padres tengan empleo y que los hijos obtengan un empleo mejor, por ahora no se ve reflejado y habrá que esperar cinco, diez años para que eso ocurra”.
Javier Lamar (27 años) tuvo que decidir entre seguir estudiando o hacer una pausa para trabajar y ayudar a su familia cuando enfrentó un problema hipotecario.
-Mi padre se quedó en paro justo dos años antes de jubilarse y mis dos hermanos todavía tenían que estudiar. Tenía un poco de responsabilidad de ayudar en la casa por ser el mayor, aunque nunca me lo pidieron.
La población activa ecuatoriana se incrementó durante la crisis económica. En parte porque los hijos de los migrantes ya están en edad de trabajar y, también, porque un porcentaje de la población estudiantil se incorporó al mercado laboral como consecuencia de la crisis.
Además de aportar económicamente, Javier se metió de lleno en el problema hipotecario, que, después de mucho esfuerzo y batallas legales, se solucionó.
-Después de eso, y con mis hermanos ya hechos, llegó el momento de seguir.
En agosto pasado dejó Madrid y se mudó a Esbjerg, una ciudad ubicada en el sur de Dinamarca, para reiniciar la carrera.
-Ahora estudio y dependo económicamente de lo que pude ahorrar el último año, hasta conseguir trabajo. Una ventaja es que al tener pasaporte de la Unión Europea, no pago los estudios.
La tercera vía de los migrantes ecuatorianos para superar la mala situación que atraviesan es buscar un tercer país. Para estudiar o para encontrar trabajo. Para volver a empezar.
Este artículo forma parte del reportaje: Ecuatorianos en tiempo de crisis: “Me quedo en España”.