Por Jackeline Beltrán
Especial para La Historia
Un viernes de junio del 2013, César Bolaños salió temprano de su casa en Parla, una pequeña ciudad ubicada al sur de Madrid. Tras 40 minutos de viaje en tren se encontró con otras personas que compartían su mismo problema: la amenaza de perder su piso porque no podían pagar la hipoteca. Eran unas 15 o 20. Caminaron hasta el Palacio de Cibeles, que es la sede del Ayuntamiento de Madrid. Entraron como turistas, pero se encerraron en señal de protesta.
-Decidimos ayudar a seis personas que estaban al borde del desahucio, entre ellas dos familias ecuatorianas –recuerda César-. Llegó la policía, nos registró, interrogó, estuvimos unas dos horas hasta que venga un concejal de Vivienda para plantearle la problemática y se logró detener el desahucio, pero de forma temporal…
Fueron acusados de falta a la autoridad y de invadir un bien público. Después de seis meses fueron juzgados.
-La Fiscalía pedía dos años de cárcel y 5.000 euros de multa. Los abogados voluntarios de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) nos defendieron. De lo que nos pedían cinco años nos dejaron en cero, pero pagando 600 euros, después apelamos y no nos cobraron nada.
Ahora que lo recuerda, César se ríe y se siente orgulloso. Porque además no es el único acto en el que ha participado desde que pertenece a la PAH de Parla. También se han encerrado en bancos, se capacitan y cuando hay una alerta de desahucio organizan “una caída” para evitarlo.
La deuda hipotecaria todavía es un problema latente en España. Según datos oficiales de la Embajada ecuatoriana, hay unas 20.000 familias afectadas, de las cuales 11.000 reciben asesoría del Gobierno ecuatoriano. César es uno de ellos. En el 2012, la compañía de taxis en la que trabajaba anunció un despido masivo. Él estaba incluido.
-Entonces yo fui al banco a decirles que ya no podía pagar la hipoteca para que me bajaran la cuota. Dijeron que no, que había firmado un contrato.
Se acogió al paro mientras su esposa seguía trabajando y él buscaba algo.
-Nos planteamos regresar a Ecuador, porque si no podíamos pagar, el banco nos iba a perseguir. Empecé a averiguar en diferentes sitios y en ese entonces apareció un movimiento, la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH). Y me sumé de lleno.
La PAH es una organización social que nació en el 2009 en Barcelona y se replicó en cada ciudad del país. Es la plataforma de lucha de los ciudadanos, españoles y extranjeros, que aún sufren la crisis inmobiliaria española.
A inicios del 2008 el 35 % de los ecuatorianos tenía un piso en propiedad y hoy al menos un 10 % de ese total ha sido desahuciado. La asesoría que da el Gobierno ecuatoriano empezó hace cuatro años y 3.000 casos han sido resueltos. En promedio, cada día se atiende a 100 familias. “La banca los ha tratado muy mal. Nosotros sostenemos que somos especialistas en parar abusos de los bancos”, asegura el embajador ecuatoriano.
Tras cuatro años en paro, César empezó a trabajar en el Consulado de Ecuador en Madrid, en el área de asesoría hipotecaria. Una de sus labores es “enseñar a los afectados a empoderarse de su lucha”. Todos los días, a las 16:00, recibe a familias que llegan de forma voluntaria en busca de ayuda. Es como una terapia de grupo. Cada uno se presenta y cuenta su problema, preguntan cosas como qué hacer si llega una notificación del banco o la diferencia entre los mecanismos para resolver las hipotecas. César les repite, les insiste, que tienen que estar bien informados. Su compañera Vivian reparte guías con información detallada de lo que deben hacer para continuar en la pelea por sus casas. “Tenemos que estar empoderados”, les repite César.
La idea de regresar a Ecuador que tuvo al principio no duró mucho tiempo.
-Si nos vinimos para acá había que darlo todo, por nuestros hijos. Entonces le dije a mi esposa ‘voy a seguir luchando’. Fíjate, ya han pasado cuatro años. En ese tiempo yo dejé de pagar la hipoteca y todavía vivo en el piso. El banco no ha podido quitármelo. Ese es mi éxito.
Este artículo forma parte del reportaje Ecuatorianos en tiempo de crisis: “Me quedo en España”. Siga leyendo: