Alfonso Espinosa de los Monteros, récord Guinness como el presentador de noticias con más tiempo ininterrumpido al aire, decidió escribir la historia política del Ecuador tal y como él la contó desde la pantalla de Ecuavisa durante casi cinco décadas. Ha presentado Memorias, en su primer tomo, narrando los capítulos esenciales de quienes han tenido en sus manos la responsabilidad de conducir al país. Don Alfonso los relata y los analiza al mismo tiempo, sin ninguna objetividad, para dejar marcada la palabra de un periodista que nunca se rindió a las ofertas de pasar a la otra orilla. Esto le dijo a La Historia:
INICIOS DEL POPULISMO: VELASCO IBARRA, GUEVARA MORENO, ASSAD BUCARAM
Mi profesor de colegio Alfredo Albuja Galindo fue el primero que me mencionó la palabra populismo, hablando de Velasco Ibarra. Y me dijo que un populista era una caricatura de un líder. Cuando llegué a Guayaquil el populismo ya estaba en buen momento, ya estaba Carlos Guevara Moreno, Assad Bucaram cobraba fuerza. Pero a Guevara lo conocí antes, cuando fue candidato a la presidencia y mi papá fue su jefe de campaña en Imbabura.
Hay una diferencia con el populismo de ahora: ese era un populismo ilustrado. Y Guevara fue el iniciador del populismo en Guayaquil. Fundó el CFP que nació de un partido que se llamaba UPR, en el que estaba Luis Robles Plaza. Les decían los uperras, entre los que sumaban Rafael Mendoza Avilés, Miguel Macías Hurtado, gente muy talentosa. Ahí tomaron fuerza los barrios suburbanos, con Guevara creció la ciudad, fomentaba las invasiones y les ponía agua potable. Por eso era el ídolo del pueblo, de los descamisados. Con él creció el populismo guayaquileño.
Guevara era mejor formado que Assad Bucaram, había una gran distancia entre los dos. Pero Bucaram se quedó con el partido y lo hizo más fuerte. Fue alcalde y estuvo a punto de ser presidente, de no ser por los militares y Velasco Ibarra. Bucaram no tenía un lenguaje fino pero la gente lo entendía muy bien. Y además se cuidaba. Él no aceptaba entrevistas, pero en el canal 4 de Guayaquil le daban un espacio para que hable solito. Hablaba una o dos horas solito, decía lo que le daba la gana, era un monólogo. A la única persona que le aceptó una entrevista fue a Alberto Borges, pero Alberto tuvo que estar prácticamente callado, en Ecuavisa. Él no iba a la TV. En general, en Guayaquil, la gente se corría de la TV. Raúl Clemente Huerta me pedía que no le haga hablar en la TV, no como ahora que los políticos son los dueños de la técnica y la TV ya es un elemento formal de las campañas. Además, es natural para ellos, pero en esa época no. Eran políticos de balcón. Assad no quería someterse a un interrogatorio porque podía salir perdiendo.
Ecuavisa nació el 67. En el 68 fue la primera campaña televisada. Ahí entrevisté a Velasco, a Camilo Ponce, a Galo Plaza, Andrés F. Córdova, Jorge Zavala, que eran los políticos de moda. Todo parecía que iba bien hasta que Velasco se declaró dictador. Ahí se complicó. Era dictadura y Ecuavisa comenzó a denunciar casos de corrupción, por ese motivo Pancho Huerta, que había sido elegido alcalde de Guayaquil en 1970, fue apresado en canal 2, solo fue un mes alcalde. Velasco lo apresó a él y a Bucaram, que era prefecto. Todavía no tenían mucha práctica para controlar los medios, ni siquiera los militares, pero sí les molestaban. A veces Velasco me nombraba: «ese peloncito», porque en ese tiempo usaba más largo el cabello, a la moda. Pero Velasco no se peleaba tan directamente con los periodistas. Nos incomodaban, mandaban carros plomos de la Marina que nos rodeaban, iba el Intendente a cada rato, que era buena gente, para decir que bajemos el tono. El 9 de octubre de 1970 fue terrible, estábamos tan acosados que decidimos sacar del aire al noticiero voluntariamente. Y yo salí a decir que en este país era imposible informar, no se daban las condiciones y un periodismo sin libertad no tiene sentido. Fue un mensaje bonito, me saqué el micrófono, salí y quedó la escenografía vacía. Eso le hizo hasta llorar a la gente, fue terrible. Dejamos de hacer noticias tres meses. Esto fue en octubre. Y en enero, el gobierno era el preocupado. Esto le cayó muy mal a la gente y todo el mundo hablaba mal de Velasco. Entonces Galo Martínez Merchán, ministro de Gobierno, hizo una gestión y le pidió a Xavier que vuelva a sacar el noticiero al aire, que al gobierno le hacía daño, le dio las garantías. Y Xavier le dijo bueno, mándame una carta, y le mandaron la carta. Así que volvimos al aire en enero.
¿DICTADURA O DICTABLANDA?
La dictadura de Guillermo Rodríguez Lara fue una dictadura de bonanza económica por el boom petrolero; entonces esa dictadura fue de simpatías para mucha gente, porque el país cambió. Y Rodríguez tuvo el acierto que no tuvo el presidente actual: con la plata del petróleo hizo la infraestructura con la que vivimos hasta ahora como la refinería de Esmeraldas, proyecto Paute-Pisayambo-Agoyán, carreteras, oleoducto, vivienda en grandes cantidades. Las carreteras de la sierra eran empedradas, él las pavimentó. Entre Quito-Ibarra se hacía ocho horas en el empedrado, él la transformó en un viaje de hora y media, máximo dos horas. Y eso él hizo desde el Carchi hasta Cuenca, en Loja se atrasaron un poco los militares, pero igual se hicieron carreteras. Se aprovechó la bonanza y el Estado hizo inversión de infraestructura estatal, pero nunca le cerró el paso a la empresa privada. No les ponía trabas, no es que era cercano, pero mas bien les apoyaba. El creó un programa de fondos financieros con intereses subsidiados para la pequeña y mediana industria, la artesanía, con créditos que daba el Banco de Fomento. El país progresó espectacularmente.
«En la dictadura el país empezó a progresar por todos lados. El comercio era una locura. Es la única época que yo veía en los periódicos páginas enteras de avisos de empleos»
Esa es la época que aparecen los bancos, porque habían pocos bancos en Ecuador. El primero en aparecer es el Pacífico con su estilo moderno, digitalizado, y todos los bancos comienzan a seguir esa onda y luego aparecen el Banco Bolivariano, del Austro, y todos estos bancos eran la demostración de la alta bonanza que tenía el país. Aparecen las universidades privadas en esa época. Yo empecé a estudiar en la Universidad Laica de Guayaquil en una casa vieja que quedaba frente a El Telégrafo, en el centro, pero de ahí se hizo el edificio de la avenida de Las Américas y pasamos allá. Había mucho dinero y el país empezó a progresar por todos lados. El comercio era una locura, había promociones de todo tipo. Fue un salto del país por el ingreso económico y el gobierno aumentó el gasto público, pero nunca se sobrepasó. Por eso siempre tenía más plata, dividió el ingreso petrolero y una parte era para Fuerzas Armadas, otra a las universidades, otra al presupuesto y así. Había una parte que la dejaban expresamente para crear un Fondo Nacional de Desarrollo, FONADE, y un Fondo Nacional de Preinversión, FONAPRE, que eran las entidades que acometían la obra pública. Ahí funcionó muy bien la Junta de Planificación que la dirigía Pedro Aguayo Cubillo. Hicieron un plan quinquenal de desarrollo donde se contemplaban todas estas obras, pero nunca le estorbaron a la empresa privada que trabajó y se benefició de todo este boom económico. Creció tanto el movimiento, que creció la economía del país. Creció el empleo. Es la única época que yo veía en los periódicos páginas enteras de avisos de empleos: se necesita gerente por acá, se necesita profesional de tal cosa. El desarrollo del país era impresionante, iba a velocidad. El Ecuador llegó a tener un PIB de hasta 13% anual de crecimiento. El primer crecimiento económico que tuvo Bombita fue del 7%, altísimo, después de años de déficit. Siguió subiendo, subiendo, y un año tuvo hasta 13%. Rodríguez Lara hasta pagó la deuda inglesa, herencia de la independencia. Tal era la cantidad de plata que había.
No había mucho que criticar en esa dictadura, pero igual denunciábamos. En Televistazo hicimos una denuncia de la compra excesiva de fertilizantes, que después la sacó Vistazo. Porque había tanto dinero que a los interesados se les ocurría comprar fertilizantes hasta la coronilla para que el contrato sea mejor. Por este tema, Xavier Alvarado fue llamado a una reunión y le reclamaron, pero eso fue todo.
Ecuavisa tuvo una clausura con Bombita. En el año 75 ya habían problemas internos en las Fuerzas Armadas y había sectores interesados en cambiarle a Bombita. Esto se convirtió en un rumor general y Xavier Ledesma Ginatta, que era un joven político, principiante, da un discurso en Milagro y dice que le van a botar a Rodríguez los propios militares. Yo digo, aquí hay un fundamento, alguien lo dice, hay una fuente, y pusimos la noticia a la una de la tarde. Terminó el noticiero y suena el teléfono. Era Alfredo Poveda, ministro de Gobierno. Me dice que cómo pueden pasar esa noticia, y yo le digo que lo mencionó un político. Me reclama que eso no tiene fundamento, ustedes no han hecho el empeño de averiguar si era verdad o contrastar. Me advierte que esto está muy mal y el presidente está indignado. Que aquí va a haber consecuencias. Una hora más tarde llega el Gobernador del Guayas y dice que pena mis amigos, porque éramos bien amigos, tengo la orden de clausurar el canal. Fue con una dotación, nos cerraron, nos hicieron apagar todo y se fue.
Luego empezamos una gestión con AER para hacer algo. En ese tiempo estaba Joffre Torbay como director de noticias de Telesistema y le plantee hacer una cosa gremial, ir a Quito, reunirnos con los militares. Me dicen perfecto, ya. Pido la cita con Bolívar Jarrín Cahueñas, que era el secretario de Comunicación. Les comuniqué y les digo nos vamos a Quito, nos vemos en el aeropuerto, sí, sí, nos vemos allí, me dijeron. ¿Qué pasó? No apareció ni uno. Ni uno. El gremio no asomó. Entonces me vine solito a Quito. Al presidente de AER Pichincha que era Édgar Yánez, que es dueño de radio Centro y había sido gerente de ventas en canal 8, lo encuentro en el canal y le pido que me acompañe. Hizo acto de presencia, estuvo calladito, no dijo nada, él que peleaba era yo. Jarrín decía que los medios hacen lo que les da la gana, y yo le decía que no, que mas bien él me cuente lo que estaba pasando. Insistí que esto era malo para el gobierno y para el país y me prometió que hablaría con el General. Al día siguiente nos levantaron la clausura.
Con las dictaduras había este tipo de incidentes, pero no había el acoso que existe ahora, sistemático. Incluso en el gobierno de Rodríguez se emitió la ley de Comunicación que no existía, pero era una ley buena, que incidía mucho más en los aspectos técnicos, que es donde hay que poner orden, como el manejo de las frecuencias. Es una ley que nunca produjo problemas. Ahora no. Toda esta táctica acosadora que tiene el gobierno de Correa de las réplicas, reclamos, multas, juicios, etc, eso no se dio nunca con los militares, siendo dictadura. Una sola vez me llevaron a mí a la Zona Militar, donde un Coronel me recriminó porque decía que queremos incendiar el país. Me dijo algo chistoso: que debería dar las noticias con una máscara porque hago muchos gestos. Le respondí que eso sería chistoso porque entonces completaríamos el circo que vive el país.
EL REGRESO A LA DEMOCRACIA: ROLDÓS, OTRO POPULISTA
Con Jaime Roldós ya había problemas en el país, porque pasó la bonanza petrolera. Un bajón de precios que se dio en el triunvirato. El Comercio hasta tituló «se acabó la era del petróleo». Y los militares recurrieron al endeudamiento agresivo porque Ecuador era buen sujeto de crédito y en el mundo había dinero. Lo más fácil del mundo era endeudarse y Ecuador tenía garantías. Con los militares no sentimos la crisis.
Pero vino Roldós y era un populista también. Se dio un aumento del gasto público desmesurado, porque como buen gobierno populista, llenaron la administración pública de los afiliados a su partido. Clientelismo. Allí vino el famoso «Cerquillo» Gallegos que dobló el número de personal en el IESS, que se hizo un monstruo de verdad. Era un gasto público elevadísimo y aunque el petróleo se recuperó un poco -se vendió hasta en USD 42- el gasto era terrible. Viene la crisis internacional, ya no daban créditos, pero la parte más fea le tocó vivir a Hurtado. Las únicas medidas que tomó Roldós, las tomó después de la guerra de Paquisha. Entre esas estaba una muy delicada: subir la gasolina, porque costaba 4 sucres el galón. Roldós murió en mayo del 81, en diciembre anterior ya lo había anunciado y declaró que con dolor tengo que decirles que el año que se viene es altamente crítico en el que tomaremos medidas que no van a gustar, pero que son necesarias para la estabilidad del país.
¿Qué pasaba si no moría Roldós? No eran las condiciones muy auspiciosas para el país. Primero, porque se venía esta crisis económica y Jaime hubiera tenido que hacer lo mismo que Hurtado, tomar medidas de ajuste, volverse impopular; después, estaba la pugna que él tenía con Assad Bucaram. Era terrible la pugna entre el gobierno y el Congreso, con los patriarcas de la componenda, estaba acosado por todo lado, se quedó sin partido, trató de fundar otro, el PCD, pero empezar desde cero cuando ya estás sobre la cresta del fuego no es fácil. Hubiera tenido problemas. Cuando se cumplió un año de la muerte de Roldós, le hice una entrevista a Alejandro Román Armendáriz, su Secretario de Administración, y le hice la misma pregunta. Me reveló algo que nadie lo sospechaba: que querían tirarse hacia la izquierda, querían hacer del Ecuador un país popular. Y que él iba a ser nombrado Gobernador del Guayas para desde allí trabajar este proyecto político. No sé como hubiéramos terminado con eso. ¿Cómo se estabilizaba así la economía? ¿Quitándoles a los que tienen? Un poco lo que ocurre ahora. Todo, tratando de salvarse de las medidas impopulares y seguir manteniendo su fuerza política. Pero ahí la partidocracia estaba fuertísima, no eran los tiempos para eso, para experimentar. Pienso que hubiéramos tenido mayores problemas.
OSVALDO HURTADO, EL MALTRATADO POR LA HISTORIA
Le tocó a Osvaldo Hurtado los ajustes y se pasó tomando medidas, al punto que era el presidente más impopular que existía y creo que, de alguna manera, hasta la época actual le ha pesado eso. Por eso no llegó a nada cuando quiso ser presidente otra vez.
Hurtado hizo lo que pudo. También se le cayó el precio del petróleo y como los países se habían endeudado terriblemente en aquella época, había fenómenos de deuda que provocaron grandes crisis como en Argentina, en México, en Perú, en Bolivia, donde tuvieron que perdonarle su deuda porque no podía pagar. Llegamos a un punto que la banca internacional no daba créditos. ¿De dónde sacaba Osvaldo Hurtado los créditos para seguir sosteniendo la economía? Algo parecido como le tocará al próximo gobierno sacarse de alguna parte liquidez para seguir sosteniendo la economía. Allí vino la sucretización, que tanto le reprochan a Hurtado y creo que es un poco injusto. Primero, porque él tuvo que recurrir a esa medida porque sino la tomaba iban a quebrar las más grandes empresas del Ecuador, sobre todo de Guayaquil. Todas se habían endeudado en dólares y el sucre se seguía devaluando, el dólar subía y la deuda seguía aumentando. Lo que hizo Hurtado fue señalar un tope, puso una comisión de riesgo cambiario con intereses, por supuesto, pero transformó la deuda a sucres. Los endeudados empresarios tenían que pagar al Banco Central en sucres. Esa era la ayuda. Lo hizo para evitar un mal muy grande, hubiéramos llegado a una situación más fea que la de ahora, porque las empresas se venían abajo y el empleo empezó a fallar.
El país estaba acostumbrado a la bonanza petrolera y por eso Hurtado era un incomprendido. Galo Plaza dijo una vez que Osvaldo Hurtado era el presidente más impopular del país, pero la historia no tardará en reconocerlo porque ha tenido la valentía de tomar las medidas correctas. Ahora Hurtado argumenta que Obama acaba de hacer una cosa parecida: le dio créditos oficiales a la Ford, por ejemplo, para que no quiebre. Y la Ford pagó en su momento. Como los empresarios aquí también pagaron. Con el gobierno de Hurtado no hubo pérdida, pero cuando llegó a presidente León Febres Cordero uno de los primeros decretos que él firmó, fue prolongar la sucretización y le quitó el límite que le había puesto Hurtado para el valor del dólar. Entonces la deuda de los empresarios se hizo más fácil de llevar y allí seguramente no pagaron todos. León continuó la medida y esa es la parte injusta porqué le echan la culpa a Hurtado, si la culpa, ya con pérdida para el Estado con la sucretización, se produce en el gobierno de León. Hay un estudio del Banco Mundial donde se demuestra que la sucretización no le causó pérdidas al Estado en el gobierno de Hurtado, sino después.
LEÓN FEBRES CORDERO Y EL CAUDILLISMO
El gobierno de León fue totalmente diferente, fue personalista. Porque Roldós y Hurtado no fueron caudillos, defendían la institucionalidad democrática a toda costa. Y lo lograron. Al punto que con semejante crisis económica tuvimos estabilidad porque hubo esa actitud positiva de defender la democracia. Roldós hizo incluso una carta de conducta en defensa de los Derechos Humanos y de la democracia que se firmó en Riobamba, comprometiéndolos a firmar a todos los presidentes americanos. Con León cambiaron las cosas, por su manera de ser, por su temperamento, por su liderazgo sólido. Las circunstancias le favorecieron mucho por el deterioro económico de los gobiernos de Roldós y Hurtado que terminó favoreciéndole a él, pues la gente pensaba que el liberalismo económico era la solución que se imponía.
En la práctica, León no llegó a ser un gobierno tan liberal tampoco, como fueron otros en el continente, como Augusto Pinochet, con su famoso neoliberalismo. Fue un gobierno personalista y hasta populista. Él tenía problemas con los medios porque no tenía mucha tolerancia, sin duda, pero no tenía una ley de acosamiento ni un procedimiento de acoso tecnificado como vemos ahora. Se calentaba, cogía el teléfono y llamaba a los medios. Yo hablé dos veces con él. Una vez me reclamó cuando Frank Vargas se rebeló y nosotros estábamos transmitiendo en directo uno de los episodios de su levantamiento en Manta, el Ejército atacó la base y lo apresaron. Transmitimos en directo una hora. Allí me llamó y me reclamó que hasta que hora seguimos transmitiendo eso, que vamos a incendiar el país, que voy a clausurar los dos canales… yo le dije, la verdad, ya tenemos bastante tiempo transmitiendo y ya vamos a suspender. Completamos la hora y suspendimos. Fue la única vez que me llamó para reclamar y en una situación difícil; otra ocasión me llamó muy amable para decirme que yo había dicho algo de la Junta Monetaria, con un término equivocado, que no era regulaciones sino resoluciones. Ahí fue muy amable y parecería que más bien quería hacer un acercamiento porque ya se venía una campaña. Claro, yo sabía que tenía injerencias, que llamaba a El Comercio, a El Universo, de El Comercio salieron periodistas como Simón Espinosa Cordero, Jorge Ortiz, que luego fueron al diario HOY. Pero en Ecuavisa, no. Tuvimos distancias, sí, por su intolerancia. Pero no era un tipo que tenía una tesis ideológica de anular a los medios de comunicación y peor de vivir estos procesos como vivimos en este gobierno.
BORJA, LA OPORTUNIDAD PERDIDA
Con Borja esperábamos un gobierno menos liberal y más socialdemócrata. El problema era la crisis, porque Osvaldo Hurtado logra estabilizar el país, deja un dólar estable, deja una inflación del 25% en sucres, que era tolerable, y Febres Cordero con esa estabilización gobierna los dos primeros años bien, prolonga la estabilización y toma medidas complementarias. Fueron dos años muy positivos del 84 al 86, la economía siguió creciendo, pero en el año 86 empieza a caer de nuevo el precio del petróleo. Se llegó a vender a 7 dólares y eso no sostenía nada. Después, en marzo del 87, viene el terremoto, se rompe el oleoducto, se suspenden las exportaciones y la situación se vuelve a dañar. ¿Qué debía pasar? Tomar medidas económicas de ajuste, las antipáticas, las impopulares. Pero León no se va por ese camino y la única que tomó, cuando ocurrió el terremoto, fue que Ecuador dejó de pagar deuda para que le alcance la plata en su consumo interno. Y puso a funcionar la máquina de billetes del Banco Central. Con eso, la inflación volvió a subir por sobre el 100%, hubo problemas, pero él terminó su gestión sin perder mayor popularidad por el manejo económico.
En esas circunstancias toma Borja el poder. Por su condición social demócrata y porque el pueblo estaba cansado de tanto ajuste, adopta el sistema gradualista para que se vaya ajustando de a poco. Y eso funcionó, logró rehabilitar bastante la economía, pero al final el gradualismo perdió eficiencia porque la economía necesitaba crecer, inyectar recursos y el gobierno no tenía esos recursos. Las condiciones en que Borja recibió el gobierno fueron duras. Y no tuvo oportunidad de desarrollar un gobierno que se vaya más a la izquierda, sino más bien liberal, respetuoso de la libertad de prensa. Los medios no tuvimos problemas con Borja. Solo hubo un incidente cuando el señor Vicente Arroba Ditto dijo en la radio que el hermano de Borja había hecho un negocio de armas. Borja lo desafió a que pruebe y si le probaban, él renunciaba. En general, fue respetuoso de todas las libertades,
Pudo haber hecho más cosas; tal vez los primeros dos años desperdició un poco porque tenía un Congreso a favor y una alianza con la Democracia Popular. Hizo una reforma laboral, pero pudo haber tomado medidas más izquierdistas para mantener la fuerza política. Sin embargo, estaba concentrado en la parte económica. El Banco Central estaba diezmado, no había reservas económicas, en el gobierno de León no dejaron nada. Le tocó el problema económico a Borja y se desfiguró esto de la socialdemocracia, lo que fue una pena. Después, la ID comete otros errores y termina ligada a la partidocracia, hasta desaparecer. Ahora quiere renacer, volviendo a tomar ese espacio del centro político y ojalá lo logre, porque sería bueno que varios partidos organizados tomen ese centro político para poder afrontar lo que se viene.
SIXTO-DAHIK O EL NEOLIBERALISMO FALLIDO
El neoliberalismo llega con Sixto Durán Ballén. Se suponía que era la derecha. Pero habían dos derechas, una derecha-derecha y una «derecha torcida«, como comentaba Alfredo Pinoargote, y repitió Alberto Dahik. Si hubiese habido una derecha unificada se hubiera llegado a aplicar el neoliberalismo y a lo mejor se tomaban algunas medidas acertadas. Yo no creo mucho en los formatos políticos, como el socialismo es muy bueno pero cuando hay plata disponible. Cuando hay escasez, hay que recurrir al liberalismo porque se debe estimular a la gente para que produzca más, para tener que repartir. Lo importante en crisis es producir más.
El liberalismo tomó una fuerza inusitada en la región y Sixto trató de hacer lo mismo. Elaboró los proyectos legales debidos, lo llamó modernización, pero en el Congreso, el Partido Social Cristiano no le apoyó como él esperaba, por la coincidencia ideológica. Al partido Social Cristiano, recordemos que Jaime Nebot era diputado en esa época, le parecía que esto era un liberalismo rabioso, que estaba mal, entonces todos los proyectos los reformaron. Ya no eran tan liberales. Incluso los PSC se aliaron con Abdalá Bucaram, formaron mayoría y los proyectos no se aprobaron en la forma como Sixto y Dahik lo propusieron. El socialcristianismo les quitó fuerza. Aún así, se aprobaron muchas leyes como la de Valores y la ley de Instituciones Financieras que después trajo tantos problemas.
La derecha no tuvo la unidad necesaria para emprender un gobierno típicamente neoliberal. Lo único que se vendió fue Ecuatoriana de Aviación y porque ya era una empresa quebrada. Se formó el Consejo de Modernización, CONAM, pero casi no llegó a actuar. Se convirtió en un gobierno tibio y los errores de Dahik metieron al gobierno en serios problemas. Dahik fue enjuiciado y tuvo que dejar la vicepresidencia lo que causó desprestigio.
Se dio el reparto de la función judicial y la Corte de Justicia fue repartida. Tanto al PRE como al PSC les ha interesado siempre el manejo judicial, sobre todo la Corte de Guayaquil. Hay que acordarse que Abdalá ya había pasado la alcaldía y tenía juicios. Necesitaban ese manejo, se pusieron de acuerdo y nombraron la Corte. Empieza el manejo de la partidocracia, propiamente dicha, porque los partidos de centro perdieron fuerza, no así el PSC y el PRE. Adquirieron tanto poder que allí empieza el manejo, disminuyeron al gobierno de Sixto y le tumbaron a Dahik. Recordemos que Dahik ni siquiera fue censurado en el Congreso, pero el juicio penal ya funcionó antes lo que fue inconstitucional porque ya había presión política y tuvo que huir. El gobierno quedó con una debilidad tan grande que no podía seguir adelante con su propio proyecto político que era neoliberal. Ese gobierno quedó en la tibieza y la partidocracia tomó el control del poder en el Congreso.
ABDALÁ BUCARAM, SEIS MESES Y AFUERA
Cuando se va Sixto y viene Abdalá Bucaram, ya sabemos lo que pasó. El Congreso puso presidente cuando tumbaron a Bucaram y allí comenzó la etapa de desbarajuste. Bucaram tampoco tenía una ideología política, no era ni socialista, ni neoliberal ni era nada. Tampoco tenía una propuesta buena para el país y en poco tiempo se desgastó un estilo de gobernar poco estético. Perdió popularidad rápidamente, aparecieron los casos de corrupción, fondos reservados, etc, y Bucaram terminó en seis meses desprestigiado y derrocado. Pero el Congreso no le reconoce a Rosalía Arteaga, la vicepresidenta, el derecho de asumir la presidencia y elige presidente de la República a Fabián Alarcón, con el pretexto de un error en la codificación de la Constitución.
ALARCÓN, EL GOBIERNO DE LA PARTIDOCRACIA PURA
Entramos al gobierno de Fabián Alarcón, un gobierno típicamente de la partidocracia. Convoca a una reforma constitucional que la manejaron Osvaldo Hurtado, León Febres Cordero y él. Fue el gobierno partidocrático que creó el máximo desgaste a la política misma. La gente hablaba pestes de los políticos y por eso Febres Cordero se quejaba mucho que los periodistas desprestigiamos a los políticos. Osvaldo Hurtado también lo dice ahora, que los medios pusimos en el mismo saco a todos, que hubo partidos buenos y malos, pero no distinguimos. Lo cierto fue que en el Congreso eran una sola masa, ahí se aliaban, según las circunstancias. Si había que cambiar el Poder Judicial, rapidito lo hacían, cuando nombraron la nueva Corte trazaron un procedimiento que después lo ignoraron paladinamente y empezaron a nombrar otras personas. Hicieron cosas que demostraban el poder que habían adquirido los partidos, pero eso produce un cansancio tan grande que la gente empezó a mirar a otro lado.
JAMIL, LAS ARMONÍAS Y EL DESCALABRO
Viene el gobierno de Jamil Mahuad que es el último de la partidocracia y se remata con la crisis económica, con la crisis bancaria y con las revelaciones de los apoyos electorales a la campaña de Mahuad. Esta forma de gobernar tan inoperante de Mahuad, creo que estuvo derivada de su lesión cerebral, lo que le impedía avanzar rápido y tomar decisiones. Dejó pasar mucho tiempo y el gobierno se fue al diablo. El Congreso seguía siendo fuerte, cuando los PSC no pusieron candidato presidencial. Recordemos que Nebot no se lanzó y le apoyaron a Mahuad. La noche de la elección yo estaba preocupado, y Mahuad, que era mi amigo, me lo hizo notar. Me dijo que no me preocupe, que tienen mayoría en el Congreso, y le respondo: ¿tú confías en el Congreso? ¿tú confías en los socialcristianos? Y me dijo claro, vamos a gobernar juntos. Mentira. En ese gobierno fue cuando Mahuad, acosado por la crisis económica, quiso subir el IVA y los PSC fueron a una notaría a jurar que nunca subirán los impuestos, como si uno pudiera decir nunca me va a dar gripe. Claro, Mahuad se fue al diablo y allí se acabó la partidocracia.
LUCIO GUTIÉRREZ, EL CORONEL APARECIDO
La gente ya no sabía a quien buscar, el movimiento indígena había tomado fuerza y por último se contaminaron los militares. Hubo un plan de dictadura que no funcionó, pero los Coroneles se alzaron y apareció Lucio Gutiérrez, quien llega a ser candidato y gana las elecciones sin mucha propaganda, porque la gente buscaba algo nuevo. Cuando salió a decir que va a traer a los banqueros corruptos, se compró a los electores. El gobierno de Gutiérrez fue muy malo porque no tenía una visión ni un criterio ideológico, ni un criterio político adecuado, se abrazó con Hugo Chávez y después con George Bush. Hasta que cometió el error más grave que fue tirar abajo la Corte y nombrar una Corte para Bucaram. Entonces la gente lo botó.
CORREA, EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI AL QUE LA CRISIS VENCIÓ
Llega Correa con el socialismo del siglo XXI, primero, con una definición más clara. Segundo, con una planificación dentro de la parte ideológica que se resume en que su revolución era para luchar contra los poderes fácticos. Mencionó a la banca, a los medios, la iglesia y los militares. Todo eso se ha venido dando. Correa sí representó un aliento nuevo y la gente cultivó esperanzas por este cambio que él prometía.
Correa no contaba que le iba a venir una crisis económica terrible, porque los primeros tiempos con un petróleo de más de cien dólares, estaba en un momento de gloria. Cometió el error de no prepararse para el tiempo malo y ya sabemos lo que está pasando. Él tampoco quiere sacrificar la parte política, quiere que la Revolución Ciudadana siga con otro seguidor y por eso no toma las medidas adecuadas dejando al país preso de un endeudamiento como nunca lo ha tenido. La esperanza de Correa es que se produzca un nivel más alto de desarrollo en el país basado en que la infraestructura que él ha hecho, comience a funcionar y producir. Pero esos son procesos largos. La estabilización económica todavía es un fantasma y estamos sostenidos con préstamos para mantener la liquidez, nada más. Tenemos una profunda caída en la producción, lo que nunca se produjo con Bombilla Rodríguez Lara. Si Correa entendía eso, otras serían las circunstancias. Y a lo mejor, ahí sí se quedaba 40 años. Pero se dejó ganar de la crisis y eso lo está desprestigiando.
EN LO PERSONAL
¿POR QUÉ SIEMPRE DIJO NO A LA POLÍTICA?
Siempre me propusieron. La primera razón de mi negativa es la pasión por el periodismo, me gusta, mis afanes de comunicador vienen desde niño, desde mis primeras lecturas. Tengo una vocación muy firme de ser periodista. Razón número dos: soy el iniciador de un medio de comunicación, Ecuavisa, y el pionero del periodismo televisado. Esa es la realidad, sin ninguna arrogancia. Eso me ha permitido todavía ligarme más al trabajo televisado, porque también he forjado una especie de escuela para los periodistas de televisión. Eso me ha atado más al periodismo, a su parte ética, a su parte profesional. He tratado de hacer un periodismo de servicio y de utilidad, que busque ser objetivo, que busque ser imparcial. No creo en la imparcialidad absoluta ni en la objetividad absoluta, porque pueden haber muchos factores de influencia. Pero la obligación de todo buen periodista es buscar al máximo porcentaje esa objetividad y esa imparcialidad. Que nunca lleguemos al ciento por ciento es otra cosa. Pero no lo podemos ignorar, esa es nuestra misión. Eso me ha dado prestigio y credibilidad. Yo digo, a esta altura de mi vida, entrar en el terreno fangoso de la política, donde uno se desprestigia tan fácilmente porque le sacan de todo a uno, o le inventan de todo también, pudiera resultar afectado. Por eso mi familia no es partidaria de que me meta en política y a mí me gusta la política, claro.
La propuesta más significativa que me hicieron fue la del Partido Social Cristiano para que sea binomio de Cynthia Viteri, a la vicepresidencia, año 2006. Yo no sentía una gran cercanía con ese partido, pero lo pensé. Ocurre que me hacen la propuesta cuando yo estaba en Francia, en un
pueblito haciendo un tour, cuando me llegó la llamada telefónica. Yo dije que hablemos cuando regrese al país, en 15 días. Claro, en esos 15 días la noticia se filtró, pese a que habíamos quedado con Cynthia que no íbamos a decir nada. Salió en todos los periódicos y decían que Alfonso Espinosa sigue deshojando margaritas. El viaje sí me sirvió mucho para pensar y cuando volví, tuve dos conversaciones: una con Cynthia y otra con un dirigente del PSC, pero dije no. Les dije que esto no era conveniente para mí porque, claro, tampoco el Partido Social Cristiano estaba en un buen momento, por todos los antecedentes que hemos analizado. Dije que no y esos días de ausencia del binomio creo que sí le perjudicaron a Cynthia. Ella quedó como dudando y, a la final, tuvo que irse por una persona que no le aportaba nada. No estoy arrepentido, estoy contento con lo que hago.
¿SUS MEMORIAS, UNA DESPEDIDA?
Hay una despedida que no podemos rehusar que es la despedida de la muerte. Tengo 74 años y nadie sabe que puede pasar con uno. Cuando cumplí los 70 años decidí escribir las Memorias. Cuatro años me he tardado. Lo hice porque pensé que, a mi edad, era lo adecuado. En cuanto al periodismo, la verdad es que no he pensado en retirarme de una manera formal, porque vivo de esto, me gusta y siento que juego un papel importante. Cuando uno lleva tanto tiempo en una actividad, uno ya no tiene una función, sino una misión. Un poco de eso ha pasado conmigo. Y lo hemos visto en este gobierno, donde tantas dificultades hemos tenido los periodistas y los medios de comunicación. Tal vez no es el momento que me vaya y ventajosamente, la gente me sigue viendo. Si yo no tuviera la confianza que tengo del público, pues ya me hubiera retirado. Lo contrario, la gente me dice: cuidado se vaya a retirar. Solo la Secom me quiso retirar porque decía que estaba viejito y hubo una reacción favorable para mí, sobre todo en redes sociales, donde yo no estoy. Y no lo estoy a propósito, porque las redes sociales son un gran campo de comunicación, pero no es un medio de comunicación formal. Hasta me han creado páginas, cuentas y me hacen decir barbaridades. No lo hago porque puedo meterme en un terreno de riesgo. Yo tengo mis medios para opinar. Prefiero mantenerme al margen, por ahora.
En conversación con Marlon Puertas