Tal vez se trate del peor de los delitos. Que ocurría en una de las playas más bonitas y, al mismo tiempo, más abandonadas y pobres del Ecuador. Ahora Canoa vive con su pecado a cuestas y una gran cantidad de sus habitantes han optado por el silencio como la fórmula para olvidar más rápido todo lo que aquí pasó.
Nada muy diferente a lo que se ve en la película Sound of Freedom (Sonido de Libertad) y que podría suceder en tantos rincones de este país. Niños que tenían hambre y a quienes se les cruzaron en las polvorientas calles de Canoa, Manabí, desde el 2021, dos «gringos» que les regalaron comida. Los extranjeros -en realidad, holandeses- sabían que llenando estómagos, sería una buena manera de ganar su confianza y conseguir entrada con los parroquianos manabitas, gente que en un 50% terminó con las justas el colegio y en un 21%, apenas la primaria. La generosidad incluía comprarle a los pequeños ropa de una conocida tienda deportiva, con la condición de que se pongan las prendas en el interior de un hotel que los gringos adquirieron y al que llegaban además otros extranjeros atraídos por la oferta que encontraron en internet para saciar sus crueles perversiones. Se dice, y esto es lo peor, que a dicho hotel también llegaban algunos padres de los niños, que salían felices cargando en sus manos electrodomésticos. Dejando a sus hijos adentro.
En las salas de cine se ve algo así: Un humilde padre lleva a sus dos pequeños hijos al encuentro con una ex reina de belleza que les ofrece lo que solo habían podido ver en sueños o a través de la pantalla del televisor. El modelaje. La fama. El dinero. El hombre le entrega sus hijos a la mujer y se va. En bandeja. Confiado. ¿Qué le podría pasar a mis pequeños con esta guapa mulata que solo quiere ayudarnos?, se habrá preguntado. Y al cerrar la puerta del cuarto de una casa vieja improvisada como centro de castings, comienza la verdadera pesadilla de estas víctimas indefensas de la pedofilia, que en la película Sound of Freedom están representados por Rocío y Miguel, los hermanitos de Honduras, a quienes el agente estadounidense Tim Ballard (interpretado por el actor Jim Caviezel) se empeña en rescatar. A costa de su propia vida, de ser necesario.
No es común que al terminar una película en los cines se escuchen aplausos. En Ecuador, aquello pasó en muchas funciones al término de este filme. Sobre todo, cuando pasados los créditos de la producción habló el verdadero Tim Ballard, quien estuvo en el estreno del filme en Ecuador, y dijo, sentado al pie de la pantalla gigante, que si bien esta historia de la vida real se refiere a casos de tráfico sexual de niños en Centro América y Colombia, en nuestro país ocurrió algo similar o tal vez peor. Específicamente en la paradisíaca Canoa. Y hace poco, hasta el año pasado. Pero a diferencia de Rocío y Miguel, los niños abusados en nuestro país no tienen nombre ni reciben ayuda psicológica del programa Apoyo y Custodia que estableció el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) para las víctimas de la red de pederastia y pornografía infantil desarticulada en esa localidad tras una operación internacional.
¡Alto, Policía!
Los ruidos de la noche de Canoa casi siempre son los mismos. Normalmente no alteran el sueño de los nativos y extranjeros que allí suelen dormir. A veces hasta los arrullan, como el golpe debilitado de las olas del mar cuando llegan sin fuerza a las orillas y apenas remojan la arena. Pero el escándalo que se generó en la noche del 21 de junio de 2022, se salió de lo acostumbrado. Tres mujeres que baldeaban el piso de una acera cercana a la iglesia parroquial lo recuerdan con exactitud, cuando ha pasado más de un año del hecho: Eran sonidos de golpes a las puertas, de hombres con botas corriendo rápido. Se sentía que un operativo sorpresa se estaba ejecutando.
-¡Alto, Policía! ¡Están detenidos! Después, solo silencio.
Fue la operación policial internacional “Luz de Infancia IX” desplegada en Brasil, Estados Unidos, Argentina, Panamá, Paraguay, Costa Rica y Ecuador, que luego se supo tuvo origen en Ucrania, a donde Tim Ballard había viajado para seguir su lucha contra el tráfico sexual de niños. Allí detectó la pista clave que apuntaba sin lugar a dudas a Canoa, un pequeñísimo punto de la costa del Pacífico, en Ecuador. Y Ballard no dudó en venir a nuestro país para estar presente el día de la acción policial, en Manabí.
-Encontramos dos niños en el hotel, recordó después.
El hotel parece uno más, como cualquier hotel de Canoa. Madera, ladrillos y cemento son los materiales que se usaron para levantar una construcción mixta, de tantas que se ven en las zonas playeras. Nada que llame particularmente la atención. Se encuentra frente a un polideportivo, en el que una tarde caliente de septiembre, como casi todas, unos jóvenes patean la pelota con fuerza como si lo hicieran con rabia, usando al balón como su instrumento para saldar frustraciones. Sea o no esa la motivación, los jóvenes en las canchas matan el tiempo y algunos reviven sus ilusiones de convertirse algún día en futbolistas famosos.
En este hotel, que funcionó hasta el año pasado, entraban y salían muchos extranjeros. Y al mismo tiempo, entraban y salían muchos niños. La mayoría, varones, de no más de doce años. Y a prácticamente nadie de esta comunidad, ese hecho les llamó la atención. Como pasarían de desapercibidos, que justo diagonal al lugar en donde pasaba todo, funciona el Gobierno Parroquial de Canoa. Desde la oficina del Presidente del pueblo se puede ver el hotel, pero para él, igual que para todos por aquí, este es un tema difícil de narrar. Y doloroso de recordar.
De los 73 sospechosos a escala regional, dos estaban ubicados en la playa de Canoa. En el allanamiento al hotel Avatar, se detuvo a Luijs Lesley Gerardus Servaas. Aquí se reclutaban a los pequeños para obtener el material ilegal y también se ofrecían transmisiones en vivo. El 23 de junio, detuvieron en el Aeropuerto de Guayaquil, a punto de salir del país, al holandés Matheus Hendrick Uittenbogaar. Iryna Ivanchenco fue vinculada al proceso luego de que los agentes se enteraron de que vivía en el hotel, que había quedado aparentemente desocupado. Ella está recluida en la cárcel de Portoviejo. Mientras en México, semanas antes, el holandés Nelson Maatma, fue detenido con material pornográfico y su captura fue clave para la operación en Canoa según lo contó el mismo Tim Ballard. Los dos holandeses en Ecuador, luego fueron trasladados a la cárcel de Guayaquil, tras descubrirse que desde la cárcel El Rodeo de Portoviejo, seguían dedicados a la comercialización de pornografía de menores. Ellos fueron sentenciados en junio de 2023 a diez años de prisión por este delito, pero su defensa ha apelado y el caso está en el trámite de segunda instancia.
LO QUE VINO DESPUÉS: ATADOS DE PIES Y MANOS
Después de este mazazo que remeció y dejó a todos en Canoa con profundos dolores de cabeza, lo que tocó después es hacer algo, para tratar de compensar lo que durante mucho tiempo no se cumplió a cabalidad.
Pero uno llega a esta parroquia de cerca de 7000 habitantes y es difícil encontrar esas compensaciones sociales. No hay señales de reivindicación alguna, porque las calles siguen igual de polvorientas, las casas no tienen agua potable que fluya por sus llaves y el alcantarillado suena como una utopía más del país del nunca jamás. El ministro de Inclusión Económica y Social, Esteban Bernal, dijo en una entrevista para este informe que “tenemos el presupuesto institucional más alto de la historia, más de 1700 millones de dólares”. Toda una fortuna que por aquí ni se ve ni se siente.
Cómo será la situación de precaria, que el programa principal de ayuda que impulsó el gobierno tras la desarticulación de la red de pedofilia, se llama “Apoyo y Custodia” pero su personal trabaja arrimado a las oficinas de revisión de carros de la agencia municipal del cantón San Vicente, en donde antes funcionaba una vieja piladora de arroz. Entonces el presupuesto más alto de la historia, 1700 millones, del que habla el ministro Bernal, queda sembrado como una cruel broma.
No fue la única cifra que dio el Ministro Bernal: “De esos 1700 millones, 151 millones son presupuestados al año para el desarrollo infantil de 193.000 niños del Ecuador”, nos dijo. Pero en Canoa, más de 300 niños comen su almuerzo a diario gracias a la caridad de la organización estadounidense Operation Underground Railroad (OUR), fundada por Tim Ballard. Su representante en Ecuador, Albert de la Huerta, indicó que el gasto mensual en la comida de los niños es de $2000 al mes, aproximadamente, financiados desde afuera. Contando siempre con la colaboración de algunas madres que se turnan para cocinar y también con el trabajo de varios padres que cuidan los jardines de la iglesia que presta sus instalaciones para que los pequeños se sirvan los alimentos. $2000 al mes suena poco para los $151 millones que el Ministro Bernal asegura se destinan para los niños. Pero no será para los almuerzos que se regalan en Canoa. De la Huerta recuerda que los pedófilos facilitaron su entrada en la parroquia regalando comida a los niños que tenían hambre. El objetivo es que esta necesidad no vuelva a ser aprovechada por los delincuentes.
En donde sí se gasta parte del millonario presupuesto es en el personal contratado por el Ministerio. En Canoa hay técnicos y psicólogos para el programa de Apoyo y Custodia para los niños, trabajando en el terreno de la vieja piladora del cantón San Vicente, que ya hicimos referencia. A ellos se les hace la pregunta necesaria:
¿Con cuántos niños víctimas de la red de pedófilos han podido hablar para luego poder ayudarlos?
-Con ninguno. Porque no sabemos quiénes son. Ni cuántos son.
Oficialmente, esa información no existe. Aunque Tim Ballard, la propia Policía que intervino en la captura y el Presidente de Canoa, Guido Alcívar, digan que son entre 200 y 300 niños los que fueron víctimas de los pederastas, lo cierto es que no hay ningún registro, entrevistas, ni nombres que puedan dar alguna certeza respecto a la verdadera cantidad de niños abusados sexualmente en Canoa.
Y por lo tanto, tampoco se ha podido darles ninguna ayuda especializada para niños violentados.
Las autoridades intentan explicarlo a su manera, como la Directora Regional del Ministerio de Inclusión Económica y Social, Mabel Vega, que respondió preguntas al respecto:
-¿Por lo menos saben ustedes cuántos niños han sido abusados?
No. Fuimos a la Fiscalía para investigar estos datos, pero están blindados. No dan mayor información. Y no sé si se trata de una estrategia de la Fiscalía para buscar más datos o investigar si hay más culpables.
-¿Y no han hablado con los padres de los niños?
No hemos tenido ni un solo contacto con los padres. No hemos llegado allá. No pueden, no quieren. Se rehúsan y nosotros no podemos llegar más allá. No nos olvidemos que este es un caso judicial. Lo que nosotros hacemos es prevención, no podemos abordar más allá, porque con quien pasan más tiempo los chicos es con sus padres, esa ya es su responsabilidad, no de los técnicos.
-Entonces puede decirse que ustedes están atados de pies y manos porque los padres no colaboran.
Podría decirse que sí, pero no sería la palabra correcta porque sí hacemos actividades, tratamos de llegar. Pero no podemos inmiscuirnos más.
Desde su despacho, en Quitumbe, en el sur de Quito, el ministro de Inclusión, Esteban Bernal, solo ratificó lo que informó la Directora Regional, Mabel Vega:
“No sabemos cuántos niños han sido abusados, eso maneja la Fiscalía. Y no puedo actuar sin resolución judicial porque es ilegal”.
Así las cosas, el hecho es que en Canoa hubo niños violentados, pero no se sabe cuántos ni tampoco se ha desplegado ayuda especializada o profesional para que puedan superar sus traumas, porque nadie sabe quiénes son ni dónde están.
LOS HIJOS DE CANOA
Queda entonces seguir la vida, no regresar a ver atrás y mirar al frente. Esa parece ser la consigna de todo el pueblo, que ya ha soportado dos terremotos -1998 y 2016- y que en determinada época se apuntaba como uno de los destinos vacacionales con mayor proyección turística del país. Los problemas del día a día están intactos: aquí no hay empleos, la pesca está cada vez más escasa y las drogas no dejan de tomarse las calles.
Todo esto pasa en una parroquia en la que ni sus hijos nacen aquí, porque no hay un centro de Salud adecuado para los partos. Las nuevas vidas ven la luz en el hospital más nuevo del país, el Miguel H. Alcívar, ubicado en Bahía de Caráquez, en donde siguen naciendo los niños de Canoa. Así fue que el 8 de septiembre, día en que terminaba esta cobertura, en este impecable y hermoso hospital, una jovencita que parece adolescente tuvo un tierno bebé. Un varoncito que lloraba con todas las fuerzas que le daban sus pulmones pequeñitos. Hasta que la chica lo agarra, lo besa con amor en la cabeza y lo calma: «Tranquilo mi vida, pronto iremos a casa. Y estarás bien».
Por redacción La Historia y portal Periodismo de Investigación