Por: Redacción La Historia*
Vivir con tranquilidad en Guayaquil se ha convertido en una meta difícil de tener. Pero con la esperanza de conseguirlo, muchos ciudadanos han optado por mudarse, vender sus propiedades y cambiarse de sector. La razón fundamental es que ya no podían ni siquiera dormir, sin dejar de pensar que posiblemente mientras ellos descansan, los delincuentes podrían ingresar a sus casas y llevarse todo lo que puedan.
No se trata de una simple percepción o de una especie de psicosis ante las múltiples noticias de delitos que se cometen. En Guayaquil, las cifras de robo a domicilio se han triplicado. De las 3.691 denuncias de ese tipo presentadas a nivel nacional en el primer semestre de 2023, 1.273 ocurrieron en el Puerto Principal. Una cifra que llama la atención si se considera que en el mismo periodo de 2022 hubo 434 de esas denuncias.
Por eso en la ciudadela Urdenor, muchos decidieron irse. No es difícil encontrar en este sector que en cada una de sus cuadras al menos hay una vivienda que se ofrece en venta. Hay quienes incluso prefieren no esperar a que se concrete el negocio y se van antes. Una moradora así lo señalaba, indicando una propiedad: «Esta vecina dejó la casa botada y se fue». La vivienda ahora luce abandonada. Ante los niveles de inseguridad, algunos se organizaron y realizaron plantones para exigir la atención de las autoridades. Otros hasta pusieron gigantografías en sus casas, demandando auxilio. Algunas calles se cerraron vulnerando las ordenanzas municipales, pero precautelando la preocupación de sus habitantes.
En el otrora cotizado y seguro sector de Los Ceibos, el nerviosismo no es menor. Esta ciudadela, desde hace ya varios años, sufre una migración de sus antiguos moradores que decidieron buscar zonas donde puedan encontrar algo de paz. Una familia que vivió en el sector durante cincuenta años, optó por dejar en el pasado sus recuerdos y buscar para el futuro otra alternativa.
Solo de enero a junio de 2023, la Fiscalía registró a nivel nacional 13.969 denuncias de robos a personas, 7.365 robos de motos, 5.025 robos a vehículos, 3.863 robos de accesorios y autopartes, y 2.920 robos de unidades económicas (negocios). El 33% de los robos en el país se cometen en Guayaquil. En números, de las 36.833 denuncias presentadas a nivel nacional entre enero y junio de 2023, 12.267 ocurrieron en la Perla del Pacífico. Mientras que 6.660 se dieron en Quito, lo que equivale al 18% del total. En cuanto a robo de domicilios, en la capital se registraron 480 denuncias entre enero y junio de este año.
Las bandas de ladrones ni siquiera se frenan en las urbanizaciones privadas. Era la noche del 14 de marzo pasado, a las 21h10. Y en la parroquia Tumbaco todo parecía transcurrir con relativa normalidad, hasta ese momento. Un carro con cinco sujetos armados llegó hasta la garita del conjunto, preguntó al guardia por una familia y cuando este confirmaba, lo sometieron con facilidad y entraron a la urbanización. Los ladrones usaron guantes de látex para no dejar huellas.
Más robos en casas, menos en departamentos
Otra particularidad que ocurre en Quito y Guayaquil, en lo que respecta a robos a domicilios, es que la mayoría ocurre en villas y casas, en lugar de departamentos. Según la Policía, sumando las denuncias del Distrito Metropolitano de Quito (DMQ) y el Distrito Metropolitano de Guayaquil (DMG), que incluye a Durán y Samborondón, se registraron 2.156 noticias de robos a domicilios durante el año 2022. De estas, el 89% (1.919) se dieron en villas y casas y el 11% (246) en departamentos dentro de casas o edificios. Y la tendencia se mantiene en 2023. Esto, porque se incrementan las dificultades que enfrentan los ladrones. “Tiene que ver con el diseño de las prácticas situacionales. Cuando hay un juego de edificios, tienen una o dos puertas de acceso, por lo que es menor la oportunidad que tendrían de ingresar y escapar por estos espacios”, explica Johanna Espín, catedrática experta en seguridad ciudadana.
“El departamento se les va a hacer más complicado, porque tienen que entrar a un edificio y eso representa más estudio y análisis de riesgo del lugar”, asegura por Nelson Yépez, asesor en seguridad y empresario en el área. “Es más fácil para un delincuente entrar a una casa en una ciudadela abierta que a un departamento en esa misma ciudadela”, comenta y añade que el tiempo es un factor fundamental. “Recuerde que el delincuente siempre
busca lo más fácil y que un asalto ordinario por lo general no debe durar más de tres minutos. En un asalto en una casa, una vez que han verificado que no hay nadie, se toman todo el tiempo del mundo. Pero un asalto rápido, no debe pasar de tres minutos. Después de eso ya no tendrían el éxito esperado, porque alguien los puede ver, activar el botón de pánico o llamar a la Policía, que tiene aproximadamente un rango de tres minutos para interactuar en un delito”.
Robos a domicilios y la evolución del crimen organizado
Expertos consultados coinciden en que el crimen organizado ha extendido sus tentáculos a otros espacios en los que antes predominaba la delincuencia común, como los robos a domicilios. “Se ve más logística, más técnica y armamento”, sostiene Espín. “Incluso algunos delincuentes usan principios de fuerzas especiales como sorpresa, maniobras e inteligencia”, dice por su parte el capitán Edwin Ortega, perito en operaciones de seguridad. De acuerdo a Ortega, en la veintena de bandas criminales identificadas en el país el mando es unificado, pero no existe el control total (full command) de las organizaciones delictivas derivadas. Mismas que obedecen a ciertas necesidades y establecen márgenes de ganancias. “Entonces, si les capturan dos o tres toneladas de droga, lo que les genera pérdidas, vienen estos crímenes conexos como robos a domicilios, asaltos a mano armada, extorsiones”.
Pero no todo es crimen organizado, subraya Nelson Yépez y añade que al menos el 60% de asaltos son perpetrados por delincuentes comunes que se hacen pasar por integrantes de ciertas mafias para infundir miedo. “Puede ser un delincuente común y él dice que es de los Tiguerones, de Los Choneros, de Jalisco Nueva Generación y es mentira”, señala y agrega que hay “mucho tema importado, gente que en sus países de origen han estado cometiendo este tipo de ilícitos, se ha unido a bandas ecuatorinas y se han perfeccionado”. Además, hay muchos intentando pescar a río revuelto. “Me inclino a pensar que ha proliferado el robo a la propiedad privada, casas y departamentos, porque la fuerza pública está copada atendiendo sicariatos, alertas de bombas y se ha descuidado el patrullaje en los barrios”, reflexiona Ortega.
Se trata una evolución criminal que viene desde la pandemia, donde las medidas de distanciamiento y restricciones de movilidad disminuyeron momentáneamente los delitos pero se convirtieron en caldo de cultivo para lo que hoy estamos viendo, expresa Johanna Espín.
¿Por qué no progresan las investigaciones?
La Fiscalías especializadas en Patrimonio Ciudadano, ubicadas en las principales ciudades del país, son las encargadas de procesar las cientos de denuncias por robos agravados que se registran cada mes. Solo en Guayaquil, existen nueve de estas fiscalías y solo en una de ellas recayó en marzo último 88 denuncias, 10 por robos de domicilios. Pero las indagaciones avanzan a paso lento y los casos se caen, en parte, por la falta de colaboración de los denunciados, «ya sea porque llegan a acuerdos extrajudiciales, ya sea porque los intimidan o por desidia», según explica uno de los fiscales especializados. Esto, porque a diferencia de otras investigaciones que pueden iniciar de oficio, los procesos por robos generalmente toman como punto de partida el acto de denuncia y como componente clave el testimonio de la víctima. Entonces, ha pasado, que en el momento del juicio no se presenta el denunciante y el abogado del acusado saca partida. «Una de las defensas suele ser ‘¿Dónde está fulano, acaso existe?».
Otros de los problemas es el mal funcionamiento de las cámaras ojos de águilas, manejadas en Guayaquil por la Corporación de Seguridad Ciudadana del Municipio y el sistema gubernamental ECU-911. «Aquí no tenemos cultura de cámaras de vigilancia. Las imágenes de la Corporación de Seguridad Ciudadana tienen un máximo tiene 15 días de vigencia, porque graban sobre los mismos CDS (discos duros). Entonces, cuando llego y pregunto, o bien la cámara no está en funcionamiento o bien la grabación se perdió, porque graban encima de eso», se lamenta el fiscal.
Recomendaciones para protegerse
Entonces, ¿qué hacer ante el embate de la delincuencia cuando las amenazas se trasladan a los hogares? De acuerdo a los expertos consultados ninguna medida de precaución está de más. Pero es indispensable dejar de ser sujetos pasivos cuando está en juego la seguridad propia y familiar. Por ejemplo, la colocación de cámaras de seguridad y circuitos cerrados en ciudadelas es recomendada. Pero no para volver a las imágenes cuando se ha cometido un ilícito, sino para monitorear regularmente patrones que podrían alertarnos de posibles robos, como la presencia de ‘campaneros’, personas con gorras y mascarillas, observando y enviando mensajes desde un esquina, o vehículos sospechosos que recorren el sector de forma reiterada.
HAY QUE TENER EN CONSIDERACIÓN LAS MODALIDADES USADAS PARA LOS ROBOS A DOMICILIO. SEGÚN LOS REGISTROS DE FISCALÍA, EN 2022 LA MAYORÍA DE CASOS POR FUE POR ESTRUCHE, ES DECIR, UTILIZACIÓN DE FUERZA O LLAVES DE SEGURIDAD PARA FRACTURAR LAS SEGURIDADES DE LAS PUERTAS DE INGRESO. ASÍ OCURRIÓ EN EL 55% DE LOS CASOS, SEGUIDO DE LA MODALIDAD DE ASALTO (22%), QUE IMPLICA EL USO DE VIOLENCIA FÍSICA O AMENAZAS, ESCALAMIENTO (12%) Y FORAMEN (8%), QUE CONSISTE EN LA ELABORACIÓN DE TÚNELES O AGUJEROS PARA INGRESAR AL DOMICILIO. ADEMÁS, LA MAYOR CANTIDAD DE ESTOS ROBOS SE DIERON LOS SÁBADOS POR LA NOCHE.
Otras herramientas útiles son los botones de pánico, grupos de chat comunitarios y las denuncias en redes sociales. “Debe ser como una cuestión del barrio que decidió protegerse, pero ningún vecino debe exponerse con las publicaciones”, comenta Ortega e insiste en la importancia de conocer quiénes son los que viven cerca. “Al interior de estos conjuntos residenciales no se fomenta el tejido social ni prevención comunitaria, que son procesos más continuos y sostenidos en el tiempo, con resultados al mediano y largo plazo. Esto implica la generación de confianza como fundamento, como base”, indica Johanna Espín.
Nadie está a salvo y ninguna precaución es poca, comenta uno de los fiscales de Patrimonio Ciudadano consultado para este reportaje. Por ello, vale la pena aplicar todas medidas que puedan dificultar el accionar del delincuente, como puertas de seguridad y guardiana. Además, el fiscal hace énfasis en que los ciudadanos deben estar alertas. «Si llego (a la casa) con el celular en la mano y estoy luchando con la puerta, soy una víctima para esos delincuentes gaviotas. Una vez en un proceso un delincuente dijo: ‘Pero es que si yo no le robaba, le robaba otro’”.
Las recomendaciones pasan también por la comunicación familiar y preparación para enfrentar cualquier eventualidad, como la visita de un desconocido. En esos casos, comenta Yépez, lo más básico debe quedar definido. Esto implica dejar instrucciones con los adultos mayores, niños o empleados domésticos de no abrir la puerta ni interacturar con nadie. “Deben decir que no tienen autorización y cortar toda comunicación”. Otro asunto relacionado y que no se puede obviar, es el manejo de redes sociales personales, que pueden ponernos en peligro. “Últimamente hasta las bases de datos (extraídas de redes sociales como Instagram) están siendo comercializadas en el mercado y por intermedio de las bases de datos te ubican, te perfilan y eres presa de esta delincuencia”, señala Yépez. En estos casos, es fundamental “no exponer a los niños, a la familia, no exponer mi casa, cómo vivo, dónde estoy y qué estoy haciendo. Además, algo que debería hacer la gente es no publicar nada en tiempo real”. Y esta última medida no solo aplica para prevenir robos a domicilios, sino también extorsiones. “Hay que estar pendiente de la ropa que se está usando cuando se sube una foto a redes, porque a veces el extorsionador ve la foto, consigue tu número, te llama y te dice que te está vigilando cuando no es así, que andas con una camisa negra y un pantalón tal, y la persona que está vestida igual piensa que es verdad”.
Además, Yépez hace énfasis en la importancia de estar alerta cuando dejamos el domicilio. «Una vez que salimos en nuestro carro, hay ver por el espejo retrovisor qué carros están parqueados y qué carros salen conmigo. Un secuestro, extorsión o asalto se podría dar en las primeras cinco cuadras de salida de su casa o lugar de trabajo, así como en las últimas cinco cuadras de llegada a esos sitios», comenta. Con él coincide el Ortega, quien insiste en que «el mejor esquema de seguridad es el que se aplica uno mismo». Por eso sugiere cambiar rutas y rutinas que se emplean ir al trabajo y salir a almorzar. Incluso, cuando se trata de sacar a pasear a la mascota de la casa. «Si hoy lo hizo 6:00, mañana hágalo 5:45 y pasado 6:15».
Y finalmente, hay que tomar en cuenta que buscar seguridad se ha vuelto una elección fundamental.
*Reportaje patrocinado