Y, a fin de cuentas, ¿qué es lo que hacemos los periodistas? «Básicamente, lo que yo soy es una contadora de historias y gracias a Dios eso pude descubrirlo muy joven», recordaba con su voz que ha quedado grabada en la retina de todos, la machaleña Tania Tinoco Márquez, de 58 años, quien este 21 de mayo de 2022 ha muerto en Estados Unidos.
Los periodistas no debemos ser protagonistas de la noticia, era una de las máximas del oficio que intentaba practicar siempre Tania, asunto que se vuelve más complicado cuando se está envuelta en las vanidades y los estereotipos de la televisión. Al tema le puso empeño, que a estas alturas es lo que cuenta. Lo que sí se volvió una marca registrada de la Tinoco fueron sus semblanzas, aquellas despedidas de personajes ilustres -y otros no tan ilustres- que puestas sus vidas a ser narradas por la melodiosa voz de Tania, era casi imposible no sentir un nudo en la garganta y pasar saliva para dar el salto a la conmoción. El efecto que sus reportajes causaban no dejaban impávido a nadie. Apetecía escucharla, porque sus palabras no venían vacías de contenido y aunque prácticamente todas las noticias estaban recargadas de crudeza, el tono conciliador y afable de su voz las hacían llevaderas, tolerables, creando la sensación imaginaria de que la siguiente información podía ser mejor. Será aquello que muchos llaman esperanza.
Porque de esperanza hablaba mucho Tania Tinoco.
Y también se refería a que el secreto está en los matices. A ella le encantaba matizar los hechos, porque no todo es malo ni todo es bueno, solía repetir. De esa manera, al personaje más nefasto podía encontrarle su parte positiva y daba el espacio suficiente para darlo a conocer. Y a los que se empeñaron en venderse como los caídos del cielo, buscaba con sus dotes de investigadora lo que en periodismo llamamos verrugas, esas imperfecciones que se intentan ocultar pero que es necesario darlas a conocer para que los ciudadanos tengan una visión completa de los protagonistas de la noticia. Una Visión 360, como el último de los programas que condujo en Ecuavisa.
Con visión 360 y todo, la búsqueda de la verdad resulta ser la misión imposible de los periodistas. Por eso a ella le gustaba decir que lo que hacemos es tratar de acercarnos a la verdad, lo más que podemos. A veces hay éxito en la tarea, otras veces no tanto. Porque el oficio del periodismo se volvió una carrera de resistencia, mucho más en épocas restrictivas en las que se invirtió mucho esfuerzo y dinero para tratar de desprestigiar la credibilidad de las voces más críticas.
Si bien el vacío que deja en la televisión del Ecuador es inmenso, el espacio más grande por llenar les queda a quienes Tania Tinoco consideró sus amigos. Su generosidad y predisposición para ayudar en lo que pueda, fue puesta a prueba en múltiples ocasiones. Sin horarios ni restricciones, Tania siempre estaba allí, para escuchar y actuar. Todo tiene solución en la vida, era otra de sus frases recurrentes que soltaba en las situaciones más complicadas. Siempre tuvo razón, avalada por una vida llena de experiencias enriquecedoras que también intentaba transmitir a quienes venían después de ella.
A Tania se la extrañará. Mucho. Porque ya no habrán esas llamadas que empezaban siempre el diálogo con un «querido», que siempre fue sincero de su parte y se ganó con el tiempo la correspondencia igual de sincera. Y esto entre quienes ejercen el oficio con protagonistas que tienen el ego por las nubes, es más difícil. Pero ella lo conseguía, uniendo a viejos rivales y sanando antiguas rencillas. Porque también fue una conciliadora permanente que buscaba siempre que prevalezca la paz.