Vencer al líder socialcristiano orense Carlos Falquez Batallas parecía imposible. Pero fue la meta que se impuso hace más de un año el entonces alcalde de Santa Rosa, Clemente Bravo Riofrío. Y el 24 de marzo pasado, lo consiguió. No solo derrotó a Falquez, quien quedó tercero, sino además al prefecto de ese momento, Esteban Quirola, quien buscó la reelección y tuvo una campaña intensa, con muchos recursos, para ese objetivo. Quirola quedó segundo. Rompiendo los pronósticos, ganó Bravo, pero no resultó ser un hecho fortuito: todo se hizo con cálculo, con gastos y conquistando voto a voto.
Bravo se caracterizó en la alcaldía de Santa Rosa de ser un político popular. Con gustos que llamaron la atención. En las fiestas patronales de su cantón, por ejemplo, en 2015 no tuvo reparos en disfrazarse del faraón Ramsés, con toda su corte imperial. En otros años buscó disfraces de más personajes, pero siempre puso su toque excéntrico a las festividades locales. Su gusto por Egipto no quedó ahí: decidió poner en las veredas mármol traído de las mismas canteras de las pirámides milenarias, lo que atrajo la atención de los medios de comunicación nacionales, que llegaron al sitio para verificar la insólita obra. Bravo justificó la contratación diciendo que tendría una duración de 300 años. Ya en los hechos, algunas piezas de las lejanas piedras tuvieron que ser reemplazadas, incluso antes de la inauguración formal de la obra.
Las obras que ha ejecutado es de lo que se jacta Bravo, quien se ha alineado de acuerdo con el presidente que ha tocado, como lo hacen normalmente los alcaldes. Con el respaldo del gobierno de Rafael Correa se construyeron en Santa Rosa el nuevo aeropuerto y el terminal terrestre. El funcionamiento del aeropuerto trae más gastos que beneficios y eso ocurre, según el nuevo prefecto, porque no se apoya desde el gobierno el plan para su internacionalización.
Al igual que otras autoridades en funciones públicas, Bravo también armó su propio partido político, Sur. Fue con su partido que comenzó la campaña anticipada por la Prefectura y apuntó a la capital provincial, Machala. Desde el año pasado se lo vio en esta ciudad regando plantas de los parterres, ordeñando chivas y dando muestras de generosidad, regalando de todo a personas en extrema pobreza, sin control alguno del gasto electoral.
La realización de fiestas, instaurada por los Falquez desde hace años atrás, también fue una estrategia recogida por Bravo, durante su alcaldía y posterior campaña. Es que en El Oro, político que no monta espectáculos bailables, no tiene esperanzas de triunfo. La campaña de Bravo fue intensa desde mucho antes de dejar la alcaldía de Santa Rosa. Cuando se fue, la alcaldesa que quedó a cargo en su reemplazo, Ligia Naula, hizo público que las cuentas de la municipalidad quedaron en cero. Denunciar ese hecho le mereció, según Naula, recibir ataques por parte de Bravo en radios locales.
El proceso de transición en la prefectura de El Oro, entre el ex prefecto Esteban Quirola y Bravo, fue nula. Quirola apareció en un video en el que decía que dejaba sobre el escritorio los informes de gestión para conocimiento de Bravo. Una manera particular y poco responsable de traspasar el poder local. Bravo pasó el capítulo y asumió el encargo el pasado 14 de mayo en la Universidad Técnica de Machala. Luego del acto, hubo fiesta en los bajos de la Prefectura, pero esta vez el show fue diferente: cantó música cristiana «el salmista número uno del mundo» -como fue presentado- Samuel Hernández. Señal de que el espectáculo está garantizado.