-Señora, mi esposo es un experto. Después de la terapia y los masajes, usted quedará como para empezar una nueva vida. Se lo recomiendo.
-Gracias, lo pensaré. Por ahora no, solo veníamos a tener información.
La conversación es real, pero podría calzar perfecta en el libro Gran Ecuador de la española Mercedes Carbonell, que no siendo escritora sino retratista, se animó, por razones que serán explicadas más adelante, a escribir. Su primer libro.
El diálogo se dio para constatar si los personajes que están retratados en el libro de Carbonell eran reales, de carne y hueso. En efecto, allí estaba el escenario de los hechos, el hotel, sus dueños -un matrimonio entre una ecuatoriana y un extranjero- y el mar. Es la provincia de Santa Elena, con el ritmo frenético de Montañita, su variedad universal de turismo, la juventud con desenfreno y las olas. Con el vecino Olón, más tranquilo y con esa vista extraordinaria que hay desde el pico de su montaña.
Pero el libro no se trata de Montañita ni de Olón, sino de Mercedes. Ella es la protagonista de su ópera prima en las letras.
Entra una llamada a Ecuador, desde Inglaterra.
-¿De verdad usted quiere contar mi historia en Ecuador?, pregunta, desde Londres, Mercedes.
-Sí, esa es la intención.
Al otro lado del Atlántico, solo se transmite incredulidad traducida en silencio, por el teléfono.
-Pues que bien. Allá nadie me hizo caso. Perdí tiempo, dinero. Y más, mucho más que eso.
PRIMER ACTO
«Gran Ecuador relata lo que le puede suceder a cualquiera en su primer viaje a Ecuador o adonde sea, en un juego continuo entre la memoria sentimental y el recuerdo de ese viaje…», se lee en la contratapa del libro.
Mercedes Carbonell es en Europa una reputada retratista, especialmente de niños. Y una mujer obsesiva con las esencias. Nacida en 1963, tenía 46 años cuando decidió emprender su primer viaje a Ecuador, en 2009, junto a su marido, Pepe, con la excusa de ver a su único hijo, el joven y carismático Pablo, voluntariamente desaparecido de su entorno familiar a cambio de los placeres de Montañita. Pablo se llama como su tío, hermano de Mercedes, un actor y cantautor famoso en los 90, integrante de la recordada banda de rock latino Los Toreros Muertos.
Era diciembre y el ambiente ya era de Navidad. Pero esta historia no tiene nada que se le parezca al espíritu navideño que tanto se irradia en abrazos furtivos u obligados. Ella vino a lo que vino. En la agenda estaba, por supuesto, pasarla muy bien. Relajarse, tomar masajes con sus esencias favoritas, comer bien y enamorarse más de su marido. Esa era la predisposición.
SEGUNDO ACTO
Mercedes, hay que decirlo, es bipolar, diagnosticada y todo. De hecho, su libro tiene dos voces: la de ella y la de su otro yo, su alter ego que acude en su auxilio mas o menos con frecuencia, cuando la observaba en no muy buenas condiciones de seguir su relato. La combinación, en todo caso, vino bien. Se lee bien.
Cuando llegó a Ecuador, directamente pasó del aeropuerto de Guayaquil rumbo a la Ruta del Sol, en busca de su hijo. Ya tenía reservado el hotel desde Europa, porque alguien se lo había recomendado y en internet encontró las referencias que buscaba: allí podría tomar sus masajes, untarse las esencias que tanto disfruta y estar en contacto permanente con la naturaleza. Con algo adicional: en ese lugar también se hacían ritos shamánicos. No había porqué pedir más.
Así que cuando arribó al hotel, lo primero que le recomendaron fueron los masajes.
-Mi esposo es muy bueno para eso. Usted quedará renovada.
Y Mercedes, el primer día, decidió tomar los masajes, mientras su esposo se instalaba en la habitación.
TERCER ACTO
Lo que vino después, Mercedes terminó llamándola LA COSA. Así lo menciona a cada rato en su libro, porque LA COSA le invadía su mente sin permiso ni invitación previa. Era un intruso que se había colado en su vida, estando en Ecuador.
LA COSA fue esto: Cuando el extranjero comenzó a untar con aceites su cuerpo, Mercedes entró en un profundo sueño. Y se quedó dormida. Cuando medio despertó, pudo ver al mismo hombre en una posición inadecuada, con sus dedos en un lugar inadecuado. Los tenía en su vagina. Todo era borroso, cuenta ella en su obra, no podía ni dar un paso. Mareada, con dolor de cabeza, pudo ir hasta su habitación como una sonámbula. Y en seguida vino la sensación de suciedad. Pasó un largo tiempo en la ducha, como si ataques de ese tipo se escurrieran con el agua. Tarea compleja.
Lo siguiente es algo que probablemente vivieron las mujeres que tuvieron una situación similar. No procesaba lo que había ocurrido. Casi no entendía que en su primer día de vacaciones en Ecuador, un hombre abusó de su cuerpo. Y optó por un largo silencio. No se lo dijo a nadie, ni a su marido, en los tres días posteriores. Fueron horas de reprocharse por interno, de no entender que era la víctima y no la causante. De no saber si salir huyendo ese mismo instante del hotel en el que fue abusada u optar por quedarse según el plan establecido y seguir viendo la cara al dueño del hotel, quien le había ofrecido gentilmente sus servicios de masajista.
Ese momento optó por quedarse.
CUARTO ACTO
«Atacada» se llama una película peruana de no muy alto presupuesto, que retrata a una empleada que es violada por el hijo del dueño de la empresa en la que trabajaba. Aunque en esta historia hay una testigo, compañera de su trabajo, la víctima duda que le crean, teme poner una denuncia, medita mucho en lo que pensará su esposo, si él creerá que realmente fue abusada a la fuerza y no se trató de un acto consentido. La culpa, una vez más.
Mercedes no es que a conciencia se echaba los cargos por el delito ocurrido. Su alter ego siempre le recordaba que lo ocurrido no era una situación normal y la impulsaba a que finalmente haga algo. Lo hizo. Salió de ese hotel, se lo contó a su marido, pero ninguno de los dos se decidió a presentar la denuncia en un juzgado de Ecuador. Consultaron si era factible y acordaron hacerlo en el consulado ecuatoriano en España, una vez de vuelta. En Santa Elena, tuvieron otros temas de los que ocuparse, como sus boletos de vuelta, cancelados debido a la quiebra de la aerolínea Air Comet, que dejó varados en los aeropuertos a cientos -o miles- de ecuatorianos y españoles. El otro tema al que le metían cabeza era Pablo, el chico Sevilla, como le decían en Montañita, que no encontraba un rumbo definido de su vida y estaba muy satisfecho que sea así.
Cuando Mercedes encaró la situación con los dueños del hotel, la respuesta que recibió del hombre fue insólita.
-Me dejé llevar. En estas sesiones, suele ocurrir.
El diario El País de Madrid, publicó su caso, en junio de 2012. «Dos meses más tarde las autoridades ecuatorianas le explican que sin una denuncia presencial en ese país no se puede hacer nada. Que debe volver para iniciar el proceso judicial por violación. Desde ese primer viaje en 2010, Carbonell ha visitado Ecuador y la fiscalía de la provincia de Santa Elena tres veces. Sin resultado. “La primera vez, tres meses después de la agresión, me llegaron a decir con sorna que fuera al ginecólogo. Pero qué iba a encontrar entonces”, registró este medio.
Actualmente, la denuncia está prácticamente extraviada en la Fiscalía de Santa Elena, a donde el equipo de La Historia llegó a pedir información. Nada. La causa tiene un número, un expediente, pero información sobre el avance de las investigaciones, nada.
Mercedes, quien ahora vive en Inglaterra y se separó de su marido Pepe, intentando emprender una nueva vida, tampoco sabe mucho del desenlace de lo que se convirtió, para ella, en un martirio. Otro más.
Por eso, y como una especie de terapia, escribió este libro e hizo su lanzamiento en Sevilla en junio de 2013. En ese momento, hasta pensaba hacer un lanzamiento en Quito, que no se ha concretado.
La terapia del libro no funcionó del todo. Ella dice que la mejor terapia que puede recibir es ver a su agresor condenado.
Año 2015. Por otro lado, la hostería sigue funcionando y recibiendo turistas con toda normalidad. El matrimonio, dueño del negocio, los sigue atendiendo con cordialidad. Eso fue comprobado por este equipo.
-Señora, mi esposo es un experto. Después de la terapia y los masajes, usted quedará como para empezar una nueva vida. Se lo recomiendo.