Por Daniela Aguilar
«Sabía que iba a morir, pero podía mantener mi cámara encendida y filmar mi propia muerte». La frase es de Valerie de la Valdene, una experimentada y famosa cineasta submarina, que en un viaje de buceo a las islas Galápagos se perdió del grupo y quedó a la deriva. Entonces fue embestida por un grupo de tiburones martillo, que la rodearon y golpearon, ocasionándole una costilla rota. Nunca la mordieron y fue rescatada por su equipo poco antes del anochecer. De esa terrorífica experiencia nació el documental «Primal Scream», que estrenó Discovery Channel durante la semana del tiburón en 2004. Pero la predicción de Valerie no fue del todo errónea. No atinó en la fecha de su muerte, pero sí en el lugar: las Galápagos. El 5 de julio de 2014 fue encontrada con un tiro en la sien en la casa que rentaba en el archipiélago.
Aunque Valerie de la Valdene (Florida, 1966) era criminóloga de profesión, pasó su vida recorriendo los lugares más recónditos y exóticos para la fauna submarina. Costa Rica, Malasia, Noruega, Nueva Guinea y Madagascar, son solo algunos de los países que visitó junto a su cámara. Pero desde hace una década decidió dejarse secuestrar por la belleza natural de Galápagos y radicarse en la isla Santa Cruz. «Pensé que le traería paz y tranquilidad. Todos lo pensamos», escribió su exesposo y compañero de aventuras Douglas Siefert, en un elogio póstumo publicado en Wetpixel, un portal dedicado a la fotografía y el video submarino. Pero su estancia en el archipiélago no fue del todo placentera. El 24 de mayo de 2014, un mes y medio antes de su muerte, la titular del juzgado multicompetente de Santa Cruz le extendía una boleta de auxilio y oficiaba a la Fiscalía para que se la incluya en el programa de víctimas y testigos «en caso de que no se lo haya hecho». De la Valdene ya había comparecido ante la Fiscalía para denunciar a dos hombres por robo en su domicilio y abuso sexual. Incluso presentó un escrito, en el que lamentaba que uno de sus presuntos agresores se paseara por su domicilio y amenazara continuamente.
El cuerpo de Valerie fue hallado junto a un revolver y un teléfono celular. «Una sola bala había entrado por la sien izquierda, pero una prueba de parafina no encontró residuos en su mano izquierda dominante», relata el Miami Herald, uno de los medios estadounidenses que hizo eco del caso en un extenso reportaje publicado en enero pasado. Las autoridades se apresuraron a decir que fue un suicidio, pero no tomaron en cuenta que De la Valdene era zurda y las trazas de pólvora se hallaron en la mano derecha. «Pintaron la imagen de una persona inestable de 47 años, llevándose su vida por delante después de una fiesta la madrugada del 4 de julio», prosigue el Herald y añade que según la Policía, la casa de la occisa parecía saqueada y la caja fuerte estaba abierta y casi vacía.
El Miami Herald también habló con Eduardo Sánchez, el fiscal que en un inicio declaró la muerte como suicidio y cerró el caso. «Toda la evidencia muestra que ella era la que sostenía el arma… esto es, al parecer, un caso de suicidio por parte de la señora Valerie», aseguró Sánchez, aunque no contestó preguntas sobre los residuos de pólvora en la mano derecha. Según el relato de Sánchez, la casa de Valerie De la Valdene no parecía saqueada, más bien desordenada después de una fiesta, y había una gran cantidad de botellas de alcohol.
Desde un inicio la familia de Valerie De la Valdene cuestionó la versión oficial. “Hubiera necesitado ser una contorsionista para dispararse en el lado izquierdo de la cabeza con la mano derecha», le dijo al Miami Herald Guy De la Valdene, padre de la cineasta submarina que en 2007 fue incluida en el Women Divers Hall of Fame (Salón de la Fama de las mujeres buzos). El padre relató que Valerie podía vivir de forma holgada cuando no trabajaba, porque tenía un fondo fiduciario que le pagaba entre $7.000 y $8.000 mensuales y además, era heredera de una gran fortuna. El señor de la Valdene también reveló que su hija sufría de un trastorno bipolar, pero aún así, dijo saber a ciencia cierta que su caso fue un asesinato. Por ello, la familia contrató investigaciones privadas y ofreció una recompensa de $10.000 por información que permita encontrar a los victimarios.
Las gestiones de la familia rindieron sus frutos y a inicios de año la DINASED reabrió el proceso. Aún no son públicos los avances de la investigación, pero un amigo cercano de la occisa, Pedro Valverde, teme que la indagación se vuelva a cerrar sin esclarecer la muerte. Está convencido que fue un crimen y muestra, a manera de prueba, los correos que intercambió con De la Valdene días antes de su muerte. En uno de ellos, la buceadora le decía que iba a necesitar «alguien que le cuide la espalda». Valverde ha escrito varias cartas a la Presidencia y ha empezado una campaña en Change.org para que se investigue la muerte.
«Ver un cardumen de 10.000 tiburones martillo por encima de ti, es como ver las estrellas en la noche más hermosa… Está más allá de la imaginación, más allá de la belleza, más allá de la sensualidad, más allá de todo lo que te puedes imaginar», le aseguró Valerie al presentador de CNN Larry King en una entrevista en 2007. Y así es como la imaginan los suyos. «Ahora nuestra Valerie duerme con los tiburones martillo, las mantarrayas, los leones marinos, los tiburones ballena y los peces en las aguas de su amado Galápagos», concluye Douglas Seifert en su homenaje póstumo.