Edith Rosario Bermeo Cisneros, una joven de bajos recursos de Durán, quiso cantar, ser famosa y cambiar su vida. Consiguió eso y más. Para eso dio vida a Sharon, que en casi 20 años de carrera se convirtió en un ícono del show business en Ecuador. La reina del marketing, le decían los periodistas de farándula. La Diva, terminó bautizándose ella, en un país en donde ninguna mujer del espectáculo se había apropiado de ese término con tal confianza.
Todo comenzó en una época en la que la Sharon más famosa del mundo era la Stone, actriz célebre en los 90 por su belleza y por su mítica escena de cruce de piernas para seducir a Michael Douglas, en Bajos Instintos. Y al nombre le acompañó un apelativo: «La Hechicera», tal vez porque acababa de salir de la banda tropical guayaquileña Los Hechiceros, o como ella lo dijo en las entrevistas, para hechizar a un público que aún no había visto nada en las tarimas.
El hecho es que corría 1998 y por los medios de comunicación comenzó a caminar una joven rubia, delgada y muy atrevida. Entraba a las redacciones con las mismas botas altas que luego se harían famosas en sus shows y las cortas faldas con las que marcaría un estilo. Llevaba en sus manos un disco, Corazón Valiente, con el que entraba a un mercado deprimido, asustado y a punto de ver congelado sus ahorros en la peor crisis económica que esta generación recuerde. Sharon le puso al mal tiempo, buena farra.
Con su primer éxito «Corazón Valiente» a todo volumen fue recibido el ataúd de Edith Rosario en el coliseo de Durán este 5 de enero. Una canción original de la argentina Gilda, asunto que por acá no importó demasiado. Quiso el destino que ambas intérpretes fallecieran jóvenes, en accidentes de tránsito, con sus carreras a medio camino.
La receta del éxito fue poner todos sus atributos sobre la mesa. Y en las portadas de sus discos, de las revistas y los diarios, y en las pantallas de televisión. Las fotos que presentaba eran de infarto y captaban la atención de hombres y también de mujeres. Para eso contó con la ayuda del fotógrafo Roberto Pombar, quien unió sensualidad con fantasía expresada por una rubia de mirada apasionada. La fama, si se quiere, llegó rápido. El diario Extra la puso en su portada y más gente supo de ella, pero cuando la revista Vistazo anunció que había ganado la encuesta como la mujer más deseada del Ecuador, llegó a la cúspide del espectáculo. Había destronado a Silvana Ibarra, ganadora varias veces de ese título, lo que no es poca cosa.
De su voz, se le dijo de todo. Pero en este negocio, eso es un asunto que se puede sobrellevar perfectamente. Después de todo, una de las virtudes de Sharon fue explotar al máximo sus potencias y esconder muy al fondo sus debilidades. La fórmula arroja buenos resultados.
A eso hay que sumar una intensa capacidad de trabajo. Era incansable. Sabía que para mantenerse no bastaba hacer lo mismo todo el tiempo. Por eso, al canto sumó una faceta de empresaria vinculada a la lencería, que era uno de sus puntos fuertes. Después apuntó a la televisión, ese espacio en el que lucía muy bien. Le sacó el jugo. Pasó por los principales canales e hizo de todo: en 2003 se dio el lujo de protagonizar su propia novela, la de su vida, en TC Televisión. También hizo comedia, programas concurso, farándula y hasta las tablas del teatro vieron a una arriesgada Sharon ser parte de «Quién pincha a quién».
Contrario a lo que se puede pensar, su vida privada la protegía al extremo. Reservada, enemiga de los escándalos personales, mujer de pocos amigos, que resultaron buenos confidentes. En lo sentimental, era todo un enigma. Fue madre muy joven de Samantha, quien hoy le sigue los pasos. Mientras su carrera avanzaba, se la vinculaba con un empresario que era además su impulsor artístico. Una relación que nunca vio la luz.
Ya en su madurez, la música parecía que tendría una tregua. Hasta el año pasado, cuando en las radios y en Youtube volvieron sus canciones, algunas de ellas éxitos como «Corazón herido» y «Nostalgias». La nueva estrategia fue hacer pareja con artistas como Ana Lucía Proaño, Héctor Jaramillo y Franklin Band. Los resultados pusieron a muchos a bailar y la fórmula pintaba muy bien para el futuro.
En el resurgir de su éxito estuvo acompañada de su nueva pareja, Giovanny López, menor que ella, quien emigró junto a sus padres a Estados Unidos cuando tenía 12 años. Regresó a los 24, con proyectos para artistas bajo el brazo. Así conoció a Sharon y comenzaron una vida juntos, no exenta de incidentes, que trajeron incluso boletas de auxilio de por medio. El más grave, ocurrido la madrugada del 4 de enero. Edith Bermeo murió atropellada en una carretera de Santa Elena.
Sharon vivió de la música y fue enterrada con música. De las circunstancias de su muerte, queda mucho que contar. Uno de esos capítulos trágicos del que ni las divas se salvan.