El 10 de junio, a Renato Cardelli lo mataron con un disparo en la cabeza porque no se dejó robar su celular. Todo pasó muy rápido, tanto que su madre, que iba con él, apenas se había separado cinco minutos por conversar con una vecina de la Alborada. Y cuando volvió por él, se topó con un grupo de personas aglomeradas en uno de esos pasadizos de las ciudadelas del norte de Guayaquil, famosos por ser los espacios preferidos por los delincuentes para asaltar.
En el piso ya estaba su hijo de 19 años. Había un charco de sangre.
Muchos planes estaban en la lista. El primero, comenzar su trabajo al día siguiente como asistente de gerencia. Después, escoger de las dos opciones de universidades de Estados Unidos que le abrieron sus puertas para que estudie su carrera profesional. Evangelizar siempre estuvo en sus prioridades y dirigía un ministerio de niños a los que siempre aconsejaba. Y a su novia Mayté, con quien estaba dos años y ocho meses, le había ofrecido un viaje a Grecia .
Un mes después de su crimen, Mayté se propuso que algún día viajaría a Grecia, para cumplir el sueño de los dos.
El colegio Balandra, en el que se graduó Renato, decidió que la muerte de su ex estudiante no podía quedarse así. Ponerle su nombre a la cancha principal del plantel, no fue suficiente. Y organizó para este 10 de julio una marcha por las calles cercanas al plantel, en la ciudadela Los Ceibos. Estudiantes, profesores y padres caminaron de blanco, lanzaron globos y cantaron. La idea era expresar que una sociedad en la que un joven que nunca le hizo mal a nadie, muera impunemente y sin ninguna contemplación por parte de dos delincuentes que siguen libres, no es una sociedad viable.
Y que este crimen caiga en la impunidad es ahora la mayor preocupación de su madre, Perla Pérez Peñafiel, quien perdió a su hijo único y antes, en 2004, a su esposo, en Salinas, también en manos de los delincuentes.
Ella le escribió una carta abierta al presidente Rafael Correa. Le pidió, básicamente, que intervenga para que se haga justicia y se detenga a los autores del crimen de Renato.
Perla Pérez, por los motivos que expone, tiene razones para quejarse del trabajo de la justicia. Relata que no se ha investigado nada: no se ha vinculado a los dos sospechosos que habrían actuado como cómplices y a quienes se puso en libertad el mismo día que fueron capturados, no se ha hecho el cotejo de las huellas dactilares, no se ha investigado a la empresa que alquiló el carro en que se movilizaban los delincuentes, no se ha dispuesto el rastreo de llamadas de los celulares que constan como evidencia. Ni siquiera se ha recibido el protocolo de la autopsia, algo tan elemental, sostiene la madre.
Prácticamente nada. Ha pasado un mes y lo único que ha encontrado Perla Pérez en la Fiscalía es desatención y negligencia.
A Renato Cardelli lo apasionaban muchas cosas. El deporte, el estudio, el trabajo. Mayté, por supuesto, a quien enamoraba con mensajes en twitter como «la vida es mía pero el motivo eres tú». Pero, siendo honestos, en las redes escribía más mensajes para evangelizar que para conquistar. El último fue este: Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios; mas el que endurece su corazón caerá en el mal. (Proverbios 28:14)
Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios; Mas el que endurece su corazón caerá en el mal. (Proverbios 28:14 RVR1960)
— Renato Cardelli (@RenatoCardelli) Mayo 13, 2014