Parafraseando el pasillo que canta su hija ilustre Carlota Jaramillo, en la pequeña parroquia quiteña de Calacalí parece que sus 5000 habitantes ya de votar tienen pereza. Y que emulando el título de la canción inmortal de Carlota, aquí prefirieron tomar Sendas Distintas del resto del país y adoptaron una posición política que, revisados los archivos, no tiene precedentes en la vida electoral de la nación.
En Calacalí ganó el voto nulo en las últimas elecciones seccionales de febrero pasado, por sobre todos los candidatos presentados para dirigir la Junta Parroquial. Y ganó de largo.
«Pasa de que aquí ya estamos hartos de que nos vean la cara. Que se vayan a seguir engañando estos políticos a su abuela», dice enojado un jubilado que caminaba presuroso por el parque central de la parroquia, junto al monumento a la Mitad del Mundo que es uno de los principales atractivos del pueblo.
Un jovencito de colegio cuenta que también voto nulo: «Porque no les creo nada», confiesa muerto de la risa. Y una mujer que cargaba un bebé de pocos meses de nacido, contó que ella ni siquiera fue a votar, porque no le interesa. Le resulta una pérdida de tiempo dentro de sus ocupaciones de madre de tres guaguas.
¿Y la multa? se le pregunta.
-¿Qué multa?, responde con ingenuidad.
Se nota que la vida de muchos de estos parroquianos no está sometida a las obligaciones comunes que se dan en las grandes ciudades, como el tener a la mano el certificado de votación.
Resulta que en las últimas elecciones de febrero, se presentaron cuatro listas para intentar ganar la Junta Parroquial. El correísmo, la Izquierda Democrática, el partido de Jimmy Jairala y el movimiento Va por Tí. El que más votos sacó fue la ID, con 671. Una cifra ridícula frente al voto nulo, que tuvo 1882 voluntades, lo que representa el 48,51% del total de sufragantes. Prácticamente la mitad.
Al Tribunal Contencioso Electoral no le quedó otra alternativa, que en la sesión del pasado 14 de abril, anular estas elecciones y disponer al Consejo Nacional Electoral que organice un nuevo proceso, si es posible para este mismo año. Eso lo dispone el Código de la Democracia. Mientras tanto, las actuales autoridades de la Junta Parroquial se prorrogan en sus funciones.
El actual presidente de la Junta Parroquial es Eduardo Logaña, quien fue uno de los candidatos y se lanzó a la reelección, pero fue arrastrado por la fuerza arrolladora del nulo. Con cierta pena, no quiere anunciar si lo volverá a intentar en las nuevas elecciones que se convoquen, ni quiere analizar las causas de la inconformidad de la población expresada en las urnas, en lo que su gestión actual algo tendrá que ver: «Esperemos, esperemos. Hay que respetar la voluntad popular».
Pues sí, toca respetar. Y es un fenómeno que hay que tomar en cuenta porque puede resultar una chispa, por ahora pequeña, pero que puede encender un gran fuego como producto de la inconformidad que existe en los electores, explica Ruth Hidalgo, directora de la organización no gubernamental Participación Ciudadana. A Hidalgo le parece muy interesante y objeto de estudio la manifestación política de los habitantes de Calacalí y además no critica la voluntad expresada: «Es válida. El nulo es siempre una de las opciones de los votantes y no hay porqué satanizarlo. Es un mensaje muy claro, se está exigiendo por un lado ofertas y planes sensatos de trabajo y, por otro, que se cumpla lo ofrecido, que no se burlen del pueblo», manifiesta.
En cuanto a trabajo, hay mucho por hacer en este pueblo. Porque aunque se respira una aparente tranquilidad, al igual que en todo el país una de las principales preocupaciones actualmente es la inseguridad. También hay calles de tierra, falta alcantarillado, hay mucha gente desempleada. La pobreza se siente en bastantes sectores.
¿Y qué pasa si en las siguientes elecciones vuelve a ganar el nulo? Ruth Hidalgo advierte que esa es una posibilidad real, que no hay que descartar. Y por eso quienes opten por una candidatura, deben tomar muy en serio sus postulaciones y entender el mensaje del pueblo. Mientras tanto, en uno de los letreros de bienvenida a los barrios lejanos de la parroquia, está escrita lo que podría ser la mejor explicación de lo aquí ha pasado: «Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos comprometidos puede cambiar el mundo. De hecho, es lo único que lo ha logrado».