Invictos. El presidente Guillermo Lasso lució muy seguro hace tres semanas, cuando era entrevistado en Carondelet, al decir que hasta ahora, cuando se acerca el cumplimiento del primer año de su gobierno, no se ha descubierto ni un solo caso de corrupción. Tenía certeza y proyectaba la imagen de ser un mandatario que tenía información y, sobre todo, el control de lo que estaba pasando en esos momentos en el Estado. Los periodistas que lo interrogaban no refutaron nada.
Lo cierto es que en marzo pasado, en el hospital Monte Sinaí de Guayaquil, dos hermanos ganaron sendos contratos de compras de medicamentos prácticamente al mismo tiempo y con precios, que según otros proveedores, eran más elevados de lo que ellos ofrecen al mismo Ministerio de Salud. Giselle Valarezo Núñez y Edwin Valarezo Núñez fueron adjudicados en marzo con las ventas de medicinas por $202.937 y $240.929, respectivamente.
Lo del parentesco de los contratistas es algo que no llamó para nada la atención de las autoridades de ese hospital, tras la publicación que hizo La Historia en su cuenta de Twitter: «Sobre los proveedores, aclaramos que cualquier persona natural o jurídica habilitada por el SERCOP puede participar en los procesos de contratación, siempre y cuando no esté inmerso en las inhabilidades especiales y generales que prescribe la Ley Orgánica del Sistema de Contratación Pública», dijeron en un comunicado.
En cuanto al precio de los fármacos, expusieron que «los procesos de contratación cuentan con estudios de mercado».
En una revisión hecha por La Historia junto con otro vendedor de medicinas, se determinaron diferencias en los costos, en prácticamente todos los productos. Estos son algunos ejemplos:
El calcio carbonato sólido oral de 500 mg se vendió a $0,12 centavos la unidad, pero hay a $0,04 centavos.
Complejo B sólido oral de 4 mg y 1 mg se vendió a $0,10 centavos la unidad, pero hay a $0,02 centavos.
Magaldrato con simeticona líquido oral se vendió a $2,5 la unidad, pero hay a $1.
Metformina sólido oral de 1000 mg se vendió a $0,53 centavos la unidad, pero hay desde $0,09 centavos.
Este contrato en total, con estos precios, fue de $240.929.
Pero estos hechos no son exclusivos del hospital Monte Sinaí ni de Guayaquil. En el Hospital General de Ambato del IESS, también en marzo pasado, se dio una adjudicación de compra de medicinas por un valor de $330.668 a la empresa Farmago «por cumplir con los parámetros requeridos en el pliego del proceso y ser el ganador de la puja», dice en la resolución publicada en el portal de compras públicas.
«Lo de las pujas es pura pantomima», dice el médico Carlos Figueroa, miembro de la Federación Médica y un investigador y denunciante en temas de salud como las compras de medicinas tanto en hospitales del Ministerio como los del IESS. «Se ponen de acuerdo entre los que pujan, se bajan montos mínimos entre una y otra oferta, y finalmente gana la más baja, lo que estaba prácticamente decidido con anticipación», sostiene el médico.
En el caso de este contrato de Ambato, haciendo comparaciones se encontraron importantes diferencias en los costos:
Amiodarona, sólido oral, 200 mg, se vendió a $0,30 centavos la unidad, pero hay a $0,07 centavos.
Amlodipina, sólido oral, 10 mg, se vendió a $0,09 la unidad, pero hay a $0,03 centavos.
Atenolol sólido oral 100 mg se vendió a $0.11 la unidad, pero hay a $0,07.
Carvedilol, sólido oral 25 mg se vendió a $0,25 la unidad, pero hay a $0,05
Losartán sólido oral 100 mg se vendió a $0,10 centavos la unidad pero hay en $0,02 centavos cada una.
Norepinefrina, líquido parenteral, 1 mg/ml X 4 ML se vendió a $6 la unidad, pero hay a $2,40.
La lista de medicinas con este tipo de novedades es larga y los procesos en los que se encuentran son recientes.
Lo que no es reciente para nada son los problemas y la corrupción que se ha detectado en las millonarias compras de medicinas e insumos médicos para la red de salud pública del país. Algo que viene ocurriendo desde anteriores gobiernos y que el actual gobierno se ha comprometido en erradicar por completo. A tanto llegó la decadencia en el sector, que hace apenas dos años se denunciaba que el gobierno del presidente Lenin Moreno había repartido el control de los hospitales para ganar la voluntad de asambleístas, quienes ponían y sacaban gerentes manejando y controlando a su antojo las compras de esas casas de salud.
No es un tema sencillo. La contaminación de los políticos que metieron mano en la Salud hizo que todo el sistema se degradara. Y los compromisos de estos permitieron que se den situaciones nunca antes vistas. De esa manera, comenzaron a ganar procesos empresas extranjeras sin experiencia y sin operaciones en el país, empresas no relacionadas a lo farmacéutico como ferreterías, vendedores de computadoras y estudios jurídicos, lo que llevaba inevitablemente a que estos ganadores no sean capaces de honrar sus compromisos: el 45% de los casos, el primer ganador no cumplió. Toda esta información ha sido recopilada por la Asociación de Laboratorios Farmacéuticos Ecuatorianos, que en noviembre de 2021 presentó una propuesta de Programa de Abastecimiento de Medicamentos Nacionales para los Afiliados al IESS
La propuesta incluye la participación de las farmacias privadas, con sus redes de distribución, para que una vez que el paciente del IESS tenga su receta, acuda a una farmacia autorizada para tener sus medicinas. Se crearía un fideicomiso para que reciba las facturas de las recetas vendidas y este fideicomiso a su vez facture al IESS por el concepto de los medicamentos entregados. El IESS efectuaría el pago al fideicomiso en las condiciones pactadas. Paralelamente, los participantes del sistema (laboratorios y operador logístico) facturarían al fideicomiso los pedidos que hagan las farmacias para reponer sus inventarios.
Pero la ALFE se queja de no ser escuchada por el gobierno. Miguel Palacios, su Director Ejecutivo, dijo que ya se anuncia la externalización del servicio de farmacia hecho por el Ministerio de Salud, pero no han sido tomados en cuenta, para nada. Y recordó malas experiencias en las recientes compras masivas de medicinas efectuadas por Salud y algunos hospitales del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) -con la curiosa intermediación de Universidades-, en las que se dieron irregularidades como la entrega de fármacos por caducar y un sobreprecio por el número de intermediarios que participan. De allí que apostó en una venta directa.
El gobierno estima que hasta septiembre de este año pueda arrancar su plan de venta externa de medicinas, que incluye la receta electrónica. Los representantes de los gremios farmacéuticos le piden al Ejecutivo que les cuenten los detalles de lo que tienen en mente, para poder participar. Lo grave, sostienen, es que debido a la falta de información no se facilita la intervención de los oferentes serios. Y se permite que continúen los que han ganado espacios de la Salud en los últimos años, creando auténticas argollas que hasta ahora parecen imposibles de romper.