Por Marlon Puertas
Buen negocio. Interagua gana mucho más de lo que invierte en agua potable y alcantarillado de Guayaquil. Para cumplir con las necesidades de la ciudad, el Municipio debe inyectar el doble de recursos que destina Interagua. Así ha funcionado durante 19 años el único modelo de privatización de agua potable en el país. Y faltan once más.
Aunque Monte Sinaí no tiene partida de nacimiento, todos por aquí saben que el sector ya cumplió 20 años y va entrando a su etapa de adultez. En este sector del noroeste de Guayaquil viven 200.000 personas y todavía no tienen agua potable. Interagua va a cumplir 20 años de contrato en Guayaquil el 2021 y recién el año pasado, 2019, consideró a Monte Sinaí como parte de su responsabilidad, dentro de la concesión del agua que tiene desde 2001. Desde hace un poco más de un año, Interagua provee de agua con tanqueros a los habitantes de esta zona. Les garantiza que no paguen más de 75 centavos por tanque, pues antes era peor: pagaban hasta USD 2. La promesa en firme de Interagua y de la Alcaldía es que todo Monte Sinaí tendrá agua potable hasta el 2023.
-No sabía que al fin tendremos agua, dice incrédula Mercedes, quien vive aquí hace 15 años y es dueña de una lubricadora ubicada en la avenida Casuarina, que es la arteria principal del sector, una especie de una avenida 9 de Octubre, en este Guayaquil de carencias.
Esto lo confima el director de Interagua, Fréderic Certain. “Dijimos ok, no está en nuestros linderos, pero vamos a intervenir”. Así nació el plan de tanqueros “Agua de Sinaí”. “Hemos “Uberizado” los tanqueros, al estilo Uber, todos llevan GPS y tienen rutas establecidas”, explica.
Interagua obtuvo la concesión del agua potable y alcantarillado de Guayaquil en 2001 y el 2005 fue especialmente importante porque a partir de ahí las ganancias crecieron a USD 10 millones. Antes, no habían alcanzado utilidades mayores a los USD 4 millones por año. En 2006 pagaron de impuesto a la renta USD 5,4 millones, lo que representaba ya USD 20 millones de renta líquida para la empresa. En ese rango se ha mantenido en el transcurso de la concesión, con un alza importante en 2018, en el que ganaron USD 24 millones por llevar adelante el negocio del agua de Guayaquil.
Las ganancias no son fijas, pero el de inversiones sí, según el contrato: USD 21,5 millones por año. Un valor que representa la tercera parte de las necesidades de gasto anual que tiene la ciudad para estos servicios, según lo reconoce el gerente de la Empresa Municipal de Agua, Emapag, Jackson Herrera, quien revela que el municipio destina USD 45 millones por año para solventar los gastos.
Eso es más del doble de lo que invierte Interagua cada año, se le hace notar a Herrera.
“Es verdad. El contrato fue firmado en 2001 y hace 19 años la realidad de la ciudad era distinta. Quizás no ha existido dinamismo en la modificación de cláusulas. Es indudable que el monto de la inversión pactada en el contrato no iba a alcanzar. Pero ya está firmado”.
FLASH BACK
Las cifras de cobertura de agua potable y alcantarillado que presenta el director de Interagua son casi totales: “97% en agua y 95% en alcantarillado”. Pero al comienzo de la concesión, en 2001, la realidad era otra y en el camino, hubo tropiezos.
En 2008, el año en el que se debatió en la Constituyente de Montecristi si se ponía fin a este contrato, también la Ecapag impuso a Interagua una multa de USD 5 millones, por incumplimiento de inversión.
Sería por el escenario político, por la millonaria multa, o por otras razones, que los dueños de Interagua decidieron salir del negocio en 2008 y vender sus acciones que eran el 90% de Interagua. El 10% restante pertenecía al constructor Ricardo Palau. Fue entonces que la francesa Veolia puso los ojos en Ecuador y se unió en sociedad con capitales colombianos y ecuatorianos para adquirir la empresa. Veolia compró el 51%, Fanalca de Colombia el 24,5% y la constructora ecuatoriana Hidalgo&Hidalgo -cuyo representante, Antonio Hidalgo, hoy está sentenciado en el caso de sobornos Arroz Verde- el otro 24,5%. Fue una operación financiera de monto no revelado.
SOBRE TARIFAS Y COSTOS
Comparada la tarifa del agua de Guayaquil con otras ciudades, resulta que no es la más cara del país, en el rango de los consumos bajos, hasta 30 metros cúbicos, en que se cobra de 32 a 47 centavos por metro cúbico. En la tarifa del agua residencial no está el problema, detecta César Cárdenas, del Observatorio de Servicios Públicos. “El detalle”, sostiene, está en el cobro adicional del 80% de la tarifa, por alcantarillado. “Eso es un exceso. Máximo debería ser del 50%”, argumenta Cárdenas, quien añade que también debería desaparecer el cobro del “cargo fijo”que aparece en las planillas de los 550.000 usuarios.
Con el cargo de alcantarillado fijo que existe, la tarifa en Guayaquil aumenta a USD 0,57 centavos por metro cúbico, mientras en Quito por agua y alcantarillado es de USD 0,42 centavos. “Y eso que en Quito es más costosa la provisión desde las fuentes de agua. Aquí tenemos al lado al río Daule”, razona el industrial Bernardo Arosemena.
El Director de Interagua, el francés Fréderic Certain, reconoce que el costo de producción del agua tiene un costo de menos de 10 centavos el metro cúbico para la empresa. Pero al mismo tiempo, explica que en Quito tienen un agua más fácil de tratar. “El agua del Daule es más complicada por las variaciones de turbidez. Tenemos que poner más cloro. Comparar dos ciudades grandes es difícil”. A su favor presenta una cifra: “Tenemos apenas el 4% de nivel de morosidad. Eso significa que la gente acepta pagar con la tarifa que tiene”. El secreto, dice Certain, es el tarifario diferenciado: “Si consumo poco, pago poco, si consumo más, pago más”.
A lo que se refiere Certain, es el motivo de queja de algunos industriales que, de forma aislada, expresan su malestar y han tomado acciones. Resulta que la tarifa del agua para las industrias en Guayaquil llega a USD 3,50 el metro cúbico, a lo que sumado el alcantarillado llega a USD 5. “Es prácticamente lo mismo que se paga en Berlín”, reconoce Certain.
Bernardo Arosemena trabaja para una fábrica de café del Grupo Noboa y manifiesta su descontento con esta realidad. Su teoría es que Interagua cubre su ineficiencia en las pérdidas del líquido por medio de las altas tarifas que cobra a las industrias. “Guayaquil pierde el 57% de su agua, que es aproximadamente el mismo volumen de agua que se produce en Quito”. Y cuantifica en USD 90 millones las pérdidas anuales.
Certain no confirma esa cifra. “Económicamente no nos causa un gran impacto”. Pero sí que se pierde el 57% del agua, lo que reconoce, es elevado. “Cuando llegamos era peor, el 80%”. Sobre las altas tarifas a las empresas tiene su explicación: “Las industrias pagan más porque el tarifario es revolucionario: los que más consumen y tienen pagan más para ayudar a los que menos tienen. Usted lo puede llamar un modelo socialista, yo lo prefiero llamar social”, indica el ejecutivo francés.
Por estos costos, la multinacional Unilever decidió tramitar permisos, proveerse por su cuenta del agua cruda del río Daule, y realizar su propio proceso de potabilización. El asunto provocó el reclamo por parte de Interagua que exige la exclusividad de las aguas del Daule y el tema terminó en una acción de protección, que en primera instancia dio la razón a la concesionaria, en segunda se la dio a Unilever, y ahora la última instancia la tiene la Corte Constitucional.
AGUA QUE SÍ HAS DE BEBER
El pasado 14 de enero, durante la inauguración de redes en la cooperativa Las Delicias, la alcaldesa Cynthia Viteri abrió la llave, llenó un vaso y bebió el agua. Como para la foto. Esa es la prueba de calidad que expone el gerente de Emapag, Jackson Herrera. ¿Pero usted bebe siempre el agua de la llave?, es la pregunta acompañada del razonamiento de que ahora, más que nunca, la gente prefiere beber únicamente agua embotellada.
–Es un tema de cultura. Nos hemos acostumbrado a tomar agua embotellada. No pasa solo aquí. Si usted llega a un hotel de Europa, encuentra una botella de agua en su habitación.
El Director de Interagua, Fréderic Certain, reconoce que no siempre bebe directamente el agua de las llaves. “Lo hago cuando tengo la garantía de que el agua no ha pasado por una cisterna. Cuando hay cisterna, no lo aconsejo”, indica. Por ahora, el tema es cumplir las metas pendientes y plazos. El 2023 es el fijado para llegar al 100% de cobertura de agua potable, incluido Monte Sinaí.
Para el cumplimiento de los objetivos, los directivos de Emapag dicen que continuarán con su trabajo de control, sin compromisos. Jackson Herrera pone de ejemplo la últimas multas de USD 45.000 cada una impuestas a la concesionaria por el prolongado corte del servicio que ocurrió en diciembre de 2019 y en los primeros días de septiembre de este año. Pero no han sido los únicos castigos. Desde que comenzó la concesión, se han impuesto multas por cortes por un total de USD 432.650.
Una cifra realmente pequeña en comparación con los millonarios ingresos. La multa de USD 45.000 representa apenas el 0,000002 de total de lo facturado por Interagua en 2019, que fue USD 166 millones. Las ganancias de Interagua del año pasado bordearon los USD 20 millones.