«Todos me valen verga, ¿entienden lo que les digo? Al que no obedezca, me lo vuelo aquí mismo. Ahora yo mando», vociferaba uno de los delincuentes. Eran dos. El otro ya estaba dentro de la cabina del chofer, armado, pretendiendo que el bus se desvíe de su camino e ingrese a una guardarraya.