- El descontrol de la explotación minera informal es una de la principales amenazas de una región biodiversa y rica en especies únicas, que enfrentan el peligro de su extinción.
- El gobierno de Ecuador no pone en su agenda de prioridades las necesidades de sus habitantes.
- El Alto Nangaritza es uno de los pocos bosques nativos y vírgenes que quedaban en Ecuador y sirve de conexión con el Parque Nacional Podocarpus.
Marlon Puertas
El pasado 5 de mayo hubo violencia en medio de la selva del sur de Ecuador. En un operativo reforzado con policías y militares, los mineros ilegales que han venido explotando los codiciados minerales del Alto Nangaritza sufrieron un duro golpe. Una retroexcavadora fue incinerada por los uniformados decididos a poner freno a la explotación informal y el hecho causó una fuerte reacción en los ilegales, quienes respondieron también con fuerza y retuvieron a los funcionarios públicos de la Agencia de Regulación y Control Minero (Arcom) que lideraban el operativo y quemaron los carros en los que se movilizaban. En total, 21 empleados del gobierno estuvieron secuestrados durante horas y tres camionetas fueron completamente incineradas. El lugar de los hechos violentos fue el sector La Mariposa, en el Alto Nangaritza, provincia de Zamora Chinchipe. La Fiscalía lleva adelante una investigación penal para castigar a los responsables de estos delitos.
Lo que ocurrió en mayo era la crónica anunciada de un desalojo y un choque entre el Estado y los moradores. Más ahora, cuando el Alto Nangaritza ha cobrado un interés a nivel internacional debido a su todavía inconmensurable riqueza natural, que sigue siendo objeto de estudios que todavía están en desarrollo. La dinámica de su población también ha sido analizada, como en el estudio de la ingeniera en Ciencias Geográficas, Viviana Buitrón. Por su lado, la Universidad Técnica Particular de Loja realizó el documental #MuraNunka, resultado de una incursión en el lugar.
Y es que hay mucho por investigar respecto a lo que guardan las tierras de Nangaritza en términos de flora y fauna. Las expectativas son grandes y lo que ya se sabe es que “se trata de un nuevo Yasuní, o tal vez mejor”, dice con entusiasmo el prefecto de Zamora Chinchipe, Salvador Quishpe.
Quishpe es el principal impulsor de una campaña para convertir al Nangaritza en un punto de conservación y reserva natural, que al mismo tiempo sea un atractivo turístico que permita atraer inversiones, trabajo y un mejor nivel de vida para los habitantes de la zona. Sin embargo, la tarea que se ha propuesto no es sencilla pues en estas mismas tierras hay mucha riqueza mineral y los moradores ─nativos shuar y colonos provenientes del cantón lojano Saraguro─, lo saben. Ellos no están dispuestos a seguir esperando y han comenzado una explotación voraz de estos suelos, tratando de extraer hasta el último gramo de oro.
El gran problema es que todo esto se está dando sin orden, sin control alguno, a cielo abierto, con la contaminación a la vista de todos y con el riesgo permanente para quienes se dedican a estas tareas. Tienen como argumento la disyuntiva de siempre: “en estos sectores no hay nada más a qué dedicarse”. Y como hay que sobrevivir, la explotación minera, para ellos, es el camino. Mario Chuinda, dirigente de la asociación shuar Tayunts, lo tiene claro y por eso rechaza la intervención violenta del Estado: “Esa no es la manera de llegar a los pueblos, no se puede confrontar y dividir a la asociación. Hoy más que nunca estamos unidos, alzamos la voz en defensa de nuestro territorio y de las necesidades de nuestro pueblo”.
En los registros del Ministerio de Minería constan 150 concesiones de pequeña minería y 859 permisos de minería artesanal en la provincia de Zamora Chinchipe. Solo en los diez poblados shuar del Alto Nangaritza, donde hay menos de 100 casas de madera, se cuentan más de 30 retroexcavadoras que trabajan hasta quince horas diarias en el río Nangaritza. Las concesiones están entregadas a moradores shuar del lugar, pero quienes trabajan en la minería son viejos conocedores del negocio, quienes llegan desde los cantones de Loja, Zaruma, Portovelo o Ponce Enríquez. Ellos pagan una especie de alquiler por explotar la tierra y dan regalías de no más de 150 dólares mensuales a quienes los dejan trabajar en el lugar. “La gente llega, trae su maquinaria, contrata empleados, explota los minerales, especialmente el oro, y se va. Allí queda la tierra devastada y un río contaminado. Nadie se hace responsable de la descontaminación posterior”, como lo confirma el dirigente shuar Ángel Awak. Este proceso se ha agudizado desde los últimos tres años y sigue hasta hoy.
¿Qué tiene el Alto Nangaritza?
El Alto Nangaritza es una región de tepuyes subandinos ─el tepuy es una clase de meseta especialmente abrupta, con paredes verticales y cimas relativamente planas─ que forman un lugar único en la Amazonía, con un alto endemismo de plantas. Así lo certificó David Neill, científico estadounidense especializado en la botánica y uno de los primeros académicos que estudió la zona en los años 90. “Cerro Plateado, ubicado en el Alto Nangaritza, es el tepuy más alto del Ecuador y es el lugar ideal donde se generan nuevas especies”, aseguró.
El Alto Nangaritza incluye a la cuenca alta y media del río Nangaritza, una de las últimas extensiones de bosques nativos no alterados en Zamora Chinchipe. Se encuentra en el extremo suroriental de esta provincia, en la parroquia Zurmi, cantón Nangaritza. Además de su valor biológico, es una zona sensible para actividades mineras pues se ubica al sur del Parque nacional Podocarpus y de la Cordillera del Cóndor, muy cerca de los límites con Perú. La conexión de sus ríos, ahora en proceso de contaminación, es uno de los factores de riesgo para la flora y fauna de la zona, regada y abastecida por estas aguas.
Varios científicos se reunieron en mayo de este año en la provincia de Zamora Chinchipe para exponer los resultados de sus investigaciones realizadas en el Alto Nangaritza. Allí coincidieron en que este lugar representa el último puente de conexión boscosa en Sudamérica, que une la Cordillera de los Andes con la cordillera amazónica. “Es un territorio privilegiado. Solo aquí podemos encontrar tanta biodiversidad en tan pequeño espacio”, expone el zoólogo Bernardo Ortiz. Mientras que el biólogo Felipe Serrano menciona que “el Alto Nangaritza es como poner en una licuadora al Yasuní, al Podocarpus y los Tepuyes de Venezuela. De esa mezcla aparece este rincón biodiverso”.
Ortiz realizó una expedición durante 15 días y encontró 30 nuevas especies todavía desconocidas para la comunidad científica internacional, que recién ha comenzado a investigar estos hallazgos. Adicionalmente, el profesor de la Universidad Técnica Particular de Loja, Rodrigo Cisneros, agrega que en este bosque encontró 104 especies de mamíferos, lo que significa una cuarte parte de todos los mamíferos que posee Ecuador.
Por su parte, Jorge Brito, un estudioso de los anfibios, explica que en el Alto Nangaritza existen 43 especies de anfibios en proceso de descripción, es decir, su riqueza aún es un enigma para los especialistas. En total, Brito ha encontrado 65 variedades de anfibios, de los cuales un tercio de ellos son endémicos. “Todavía falta mucho por descubrir e investigar”, sostiene. Y más cuando esta es una zona biodiversa tan rica que incluye once ecosistemas.
Nangaritza es además el hábitat de algunos anfibios especiales, incluyendo el sapo arlequín (atelopus), la rana cohete de Kingsbury (Hyloxalus jacobuspetersi), que está en peligro de extinción, y la rana Cutín del Cóndor (Pristimantis condor).
El Alto Nangaritza es hogar de mamíferos como el oso de anteojos, el tapir de montaña y el jaguar, todos incluidos en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN. En esta privilegiada zona de la Amazonía ecuatoriana también viven ocho especies de aves amenazadas a nivel mundial, incluyendo la Tangara de Garganta Naranja (Wetmorethraupis sterrhopteron), el Tirano todi de pecho canela (Hemitriccus cinnamomeipectus), el Solángel Real (Heliangelus regalis), el lorito de alas manchadas (Touit stictopterus) y el periquito de cuello blanco (Pyrrhura albipectus). Debido a las significativas amenazas para su conservación, la organización Birdlife International incluyó a Nangaritza como “un área importante para las aves en peligro”.
El ornitólogo Juan Freile explicó la diversidad de aves que se pueden encontrar en este fascinante lugar. “Son exactamente 535 especies de aves”, precisó. Y añadió que existen turistas que viajan miles de kilómetros “y pagan hasta 3000 dólares solo por observar un ave”.
Las amenazas a la naturaleza
Al visitar el lugar, las amenazas crecientes sobre la naturaleza del Alto Nangaritza son visibles: la apertura de carreteras, la deforestación, la destrucción de la zona por actividades mineras sin control y la contaminación del río de la zona están entre lo más preocupante.
Ángel Awak es líder de la comuna de Shaime, perteneciente a la etnia Shuar, y explica lo que está ocurriendo: “existen muchas personas que trabajan en la actividad minera porque les resulta rentable y es una lástima que les importe más el dinero que la naturaleza”. Para Awak, una de las salidas de escape para la minería es que se capacite al pueblo Shuar para sacar mejor provecho del turismo en la zona y así se mejore la economía de las familias. Por estas declaraciones, el líder fue amenazado y amedrentado dentro de su propia comunidad, la cual tomó mal sus apreciaciones.
Ahora, Awak recuerda que esta explotación ilegal minera, especialmente de oro, se profundizó desde hace tres años, pero considera que es injusto responsabilizar completamente a los miembros de la Comunidad Shuar, “porque muchos están siendo utilizados por gente externa, que vienen de otros lugares y son los dueños de las maquinarias que provocan la gran contaminación del río Nangaritza”. Todo esto ocurre a cambio de un porcentaje menor de las ganancias encontradas, que no son más allá del 20%. Eso es lo que queda en manos de los Shuar que trabajan en la minería. “La mayor ganancia, el 80%, se la lleva la gente externa”, relata Awak.
Los Shuar tienen presencia ancestral en el territorio del Alto Nangaritza, inclusive, detalla Awak, desde antes de la formación de los Estados de Ecuador y Perú. Para los primeros nativos de esta comunidad, la selva era una sola y no existían límites políticos que los partan en dos. Desde que se originó la división, recién comenzaron a salir los títulos de propiedad de estos vastos territorios.
El prefecto de Zamora Chinchipe, Salvador Quishpe, dijo que el gobierno provincial está decidido a precautelar la naturaleza, evitando más depredación. Tanto así que decidió paralizar la construcción de la vía que conecta los cantones de Guaysimi con Palanda, debido a que significaría la devastación de “120 hectáreas de bosque por cada kilómetro aperturado”, según un estudio realizado por la Universidad Andina Simón Bolívar. En la práctica, dice Quishpe, la vía iba a ocasionar más perjuicios a la naturaleza debido a la huida de las especies nativas y la deforestación de selva virgen.
El mandatario reclama una política pública integral por parte del gobierno, con los recursos necesarios para ejecutarla. Por eso insiste en el pedido de una reunión directa con el presidente Lenin Moreno para tratar estos temas, aunque Moreno aún no incluye en su agenda esta solicitud. “Y estamos atrasados. Desde febrero lo estamos pidiendo. Ya es hora que el señor presidente nos tome en cuenta. Es necesaria su voluntad política”, señala el prefecto de Zamora Chinchipe.
Mientras tanto, lo que ha ocurrido es que continúan los trabajos de explotación indiscriminada de minerales en el río Nangaritza, en una especie de tregua tácita que va a durar hasta diciembre de este año, según dijeron algunas fuentes de la zona. El gobernador de Zamora Chinchipe, Franco Salinas, dijo que han existido diálogos con la población para conocer sus necesidades más urgentes y tratar de encontrar la solución más rápida. Salinas destaca que el gobierno de Lenin Moreno sí se ha preocupado por el sector e indica que se han invertido 44 millones de dólares en salud, educación, deporte, electrificación, vías, puentes y protección de la selva virgen.
Sin embargo, las comunidades del Alto Nangaritza están conscientes que hace falta mucho más que eso. Ángel Awak es uno de los que reclama mayor acción de control para recuperar el equilibrio y la belleza turística del Alto Nangaritza: “Si usted hubiera visto cómo era esto antes. Una belleza. Ahora el río está contaminado. Solo queremos tener aguas limpias otra vez”.
Este reportaje fue publicado por Mongabay Latam.